Prudencia es el nombre del juego

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Entiendo la euforia que despierta el “relanzamiento” de las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia anunciado ayer por los Presidentes Chavez y Santos en Santa Marta. La decisión baja la temperatura a la tensión que se vivió en los últimos meses entre los dos países y abre la posibilidad de construir una relación un poco más estable.
Con lo ocurrido ayer gana todo el mundo. El Presidente Chavez, que usa las crisis con Colombia para sacar ventaja en las elecciones de su país, vuelve y la hace con miras a las elecciones de septiembre. Durante meses mostró a Colombia como una amenaza externa para Venezuela, anunció vientos de guerra y desvió la atención de los medios. Ahora, cuando la pobreza, el desempleo y el hambre acosan en la frontera se vende como el gran conciliador.
Gana el Presidente Juan Manuel Santos que, en apenas 48 horas, soluciona un problema que no parecía tener solución posible y tenía muy preocupados a los habitantes de la frontera. Ganan los habitantes a lado y lado de la frontera incluidos industriales y comerciantes. Gana Néstor Kirchner, Secretario de Unasur, que muestra más resultados que la OEA y gana el Presidente Lula que se consolida como líder de la región.
Sin embargo, es muy temprano para echar campañas al vuelo. En la rueda de prensa de los presidentes, Hugo Rafael no dijo nada distinto a lo que dijo en cumbres similares. Con o sin crisis. Esos llamados a la hermandad bolivariana, al trabajo en equipo y al respeto mutuo ya los habíamos escuchado. Esa condena a la guerrilla colombiana de dientes para afuera, mientras sus comandantes se pasean por Caracas. Ese compromiso de evitar la llamada diplomacia de micrófono. Esas promesas ya las habíamos visto y escuchado varias veces, las mismas veces en que Chavez las ha incumplido. Incluidas esas interminables peroratas bolivarianas y las preguntas prefabricadas de sus periodistas de bolsillo.
En realidad, si no es porque el Presidente de Colombia cambió, se hubiera podido repetir sin problema una rueda de prensa de hace dos, cuatro, seis u ocho años.
Menos mal nuestra canciller, María Angela Holguín, la gestora indiscutible de este acuerdo, los comerciantes y los exportadores colombianos ya tienen aprendida la lección y no van a incurrir en triunfalismo. Saben que la distancia entre los anuncios y los hechos es muy grande, que depende de muchos factores ajenos y caprichos. Saben que habrá que esperar semanas y meses para ver el resultado real de lo acordado.
Prudencia es el nombre del juego.

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