Confianza

Comparte:

 

Por: Ricardo Galán.–

La confianza es lo que permite que pongamos nuestra vida en las manos de un piloto de avión, un conductor de bus, un cirujano o un policía. Confiamos en su conocimiento, experiencia y buena fe.

La confianza es lo que permite que depositemos nuestros ahorros en un banco, encomendemos la educación de nuestros hijos a un colegio o universidad, compremos y vendamos cosas.

«La confianza es lo que cohesiona a una sociedad, al mercado y a las instituciones», explica Manuel Castells en su excelente libro «Redes de Indignación y Esperanza. Los movimientos sociales en la era de Internet.»

En Colombia enfrentamos una creciente pérdida de confianza. En los últimos meses, tal vez años, hemos venido perdiendo confianza en instituciones, personas, empresas y servicios en que creíamos. La desconfianza se apodera poco a poco de nosotros. Y nadie parece darse cuenta. O a nadie parece importarle a pesar de lo grave y caro que le puede resultar a la sociedad una ciudadanía desconfiada.

«Sin confianza nada funciona. Sin confianza, el contrato social se disuelve y la sociedad desaparece, transformándose en individuos a la defensiva que luchan por sobrevivir» , advierte Castells.

Individuos desconfiados y a la defensiva, pero comunicados y coordinados por internet y las redes sociales, han tumbado dictaduras y gobiernos recién elegidos. Han desafiado viejos poderes establecidos. Corporaciones e instituciones todopoderosas han tenido que ceder ante fenómenos sociales como la Primavera Árabe, Indignados, Occupy Wall Street o Unidos por un Cambio Global.

En la sociedad colombiana -desconfiada por naturaleza y tradición ante los desmanes del Congreso, el cinismo y corrupción gubernamentales, la indolencia de las autoridades y el abuso de grandes conglomerados-, empieza a germinar la desconfianza. Detrás, más temprano que tarde, vendrán las consecuencias.

En Colombia no confiamos en los taxistas, las empresas de salud, las telefónicas celulares, los bancos, la justicia o la Policía. Desconfiamos de los curas, los educadores, los constructores, las aerolíneas, los supermercados. De jefes y empleados. Industriales y comerciantes. De los medios de comunicación.

En Colombia, cada día se conectan más y más ciudadanos a internet y a las redes sociales. Personas que se comunican con otras personas que padecen sus mismas enfermedades, comparten las misma necesidades y les molestan las mismas cosas. Individuos que empiezan a ver cómo, al otro lado del mundo, otros individuos como ellos unidos alrededor de un mismo propósito lograron llamar la atención y cambiar las cosas.

Los colombianos empezamos a darnos cuenta de que si nos unimos y actuamos coordinadamente es posible vencer al cinismo y mentiras de los políticos (Reforma a la Justicia), la indolencia de las autoridades (Rosa Elvira), la inequidad de la economía (Paro Cafetero), la desigualdad de la justicia (Agente de la DEA), el abuso de los poderosos y las trampas de los mercaderes (Claro/Comcel).

Colombia se está saturando de desconfianza. Los encargados deberían darse cuenta y empezar a corregir cosas. Después no digan que no se les avisó.

Enviado desde mi iPad

Comparte:

Deja una respuesta