Según Wikipedia, un “Comité es un conjunto de personas que, con arreglo a las reglas de una organización tiene establecidas determinadas competencias” y está integrado por “…aquellas personas encargadas para un asunto.”
Le falta decir a la Wikipedia, que un Comité es una reunión de personas muy importantes, llenas de responsabilidades, trabajo y estrés, que se encuentran en un mismo lugar para perder el tiempo mientras se gritan mutuamente, se echan la culpa de los errores unos a otros y pescan ideas ajenas que después venderán como propias con total desprecio por lo derechos de autor.
Dice la sabiduría popular que la mejor manera que tiene un Gobernante de aplazar la solución de un problema o la toma de una decisión impopular es nombrar un comité. Un amigo me dijo hace unos días que la explicación al por qué la Unión Soviética había fracasado radicaba en el hecho de que era gobernada por un Comité. ¡Cuanta razón!
Los Comités son un invento maravilloso. Un recurso insuperable para decirle idiota a los demás sin que se molesten porque todo el mundo habla al tiempo y nadie escucha. Una herramienta perfecta para evadir responsabilidades porque con la gritería no hay manera de saber quién se equivocó.
¿De quién es la culpa de este fracaso? Pregunta el Jefe lleno de ira y razones y dispuesto a cortar cabezas al inicio “del Comité” y la respuesta, esa sí unánime y desafiante, será: ¡del Comité! Ahí, al pobre tipo no le queda más que resignarse y mirar para otro lado. Como todos los directivos de su organización forman parte “del Comité” le tocaría darse el lapo de botarlos a todos y eso no es posible.
El Comité, debería decir también la Wikipedia, es un camino expedito a la impunidad. ¡Qué viva el Comité!