¿Una mujer al frente de la Casa Blanca?

Casa Blanca
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Por: Javier Mozzo Peña

Algunos consideran meterse en honduras cuando se hace la pregunta en torno a si Estados Unidos está preparado tener a la primera inquilina en la Casa Blanca.

Esta campaña política que termina el 5 de noviembre volverá a enfrentar a un hombre y a una mujer en la carrera por manejar los destinos de la mayor potencia económica y militar del mundo. Donald Trump se mide con Kamala Harris, luego de hacerlo no hace mucho con Hillary Clinton. Otra “lucha de sexos” entre un republicano y una demócrata.

Es tanto el poder duro que debe ejercer Estados Unidos, que las opiniones se están volcando a que los electores aplazarán nuevamente la posibilidad de que una mujer ocupe la Casa Blanca. 

“¿Será capaz de…?” “¿Tendrá la suficiente fuerza para…?” “¿Se amarrará los pantalones para ordenar atacar a…?”. Remplace los puntos suspensivos con los innumerables problemas que están azotando a distintos países y siéntese a pensar. Son preguntas que los electores estadounidenses se están haciendo antes de depositar su voto.

En los resultados de una encuesta de Pew Research Center del 2018, un 35 por ciento de los estadounidenses consultados consideró que los hombres eran mejores que las mujeres en el manejo de la seguridad y la defensa, en comparación con apenas un 6 por ciento que pensaba que las mujeres estaban mejor capacitadas.

La geopolítica mundial luce muy complicada en el 2025. Estados Unidos es requerido y está involucrado en muy delicados frentes fuera de sus fronteras, aparte de aquellos con los que ya tiene que lidiar internamente como la inmigración, la drogadicción y el lento crecimiento económico.

Hoy, como en pocos momentos de la historia, tiene abiertos muchos frentes que, si se tuvieran en cuenta para realizar una nueva consulta como la del 2018, terminaría en un resultado mucho más a favor de que un hombre sea el más capacitado para timonear los destinos de la gran nación. 

En un furioso e identitario artículo feminista que pide la elección de Harris, la investigadora principal sobre Mujeres y Política Exterior del Council of Foreign Relations, Linda Robinson, no encuentra ninguna dificultad para que la actual vicepresidenta suceda a Joe Biden.

Entre otras razones, contaría como socias, aliadas y amigas a muy importantes mujeres como la presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen y a su nueva jefe de política exterior, Kaja Kallas. La experta da por descontado el apoyo que también pueden dar otras las funcionarias de alto rango en el bloque europeo, así como las dirigentes de Dinamarca, Moldavia, los Balcanes y los países bálticos. 

Robinson considera gastado el epíteto de “dama de hierro”, usado frecuentemente contra dirigentes que son confrontados por serias amenazas. Para la anlista, el apodo se emplea también para pintar a las mujeres en el poder como intervencionistas sin fundamento. 

Pero no menciona que a quien se le reconoce así, la primera ministra Margaret Thatcher, se lo ganó al defender los territorios ultramarinos de Gran Bretaña en el Atlántico Sur que, de paso, le ayudó a salvar su alicaída gestión al frente del gobierno conservador.

Estados Unidos está metido en conflictos en el Medio Oriente, Ucrania, Taiwán, e incluso Suramérica, pese a una muy apreciable opinión pública interna que pide salir de ellos. 

Casi todo el siglo anterior disfrutó como potencia hegemónica, pero hoy, su lugar está siendo duramente confrontado. Potencias regionales emergentes no quieren que siga ostentando ese puesto e incluso algunos países se atreven a amenazarlo abiertamente, como Irán y Corea del Norte.

¿Harris tiene las condiciones y la experiencia para mantener a la gran nación al frente de la seguridad mundial? 

El momento es álgido en distintas esferas en las que se están desarrollando los acontecimientos. Tanto, que han llevado a historiadores a afirmar, como lo hace Niall Ferguson, que entramos ya en las primeras fases de la Tercera Guerra Mundial o, en el menor de los males, en una segunda Guerra Fría.

Los críticos de Harris -que no son propiamente quienes apoyan a Trump- creen que la segunda al mando hoy no ha mostrado mayores resultados. Lo anterior, pese a estar familiarizada con detalles ultrasecretos de las amenazas a la seguridad de Estados Unidos, así como de la política espacial, la inteligencia artificial y el desafío de la inmigración.

El actual gobierno estadounidense deja grietas en la alianza con Israel y con algunas naciones árabes; abandonó desordenadamente Afganistán para entregarlo a los talibanes, y prácticamente casi no cuenta en África, cuya influencia y control están en manos de Rusia y China.

Indelicadezas cometidas por el gobierno Biden-Harris a la hora de apoyar a Israel lo tienen prácticamente un escalón atrás en la estrategia de defensa de la nación judía.

Como principal abastecedor militar de la invadida Ucrania, Estados Unidos ha sido ambivalente en decidir si autoriza a la martirizada nación europea usar misiles de largo alcance para atacar objetivos estratégicos en el interior de Rusia, por temor a una confrontación directa entre ambas potencias nucleares.

Es cierto lo que dice la experta Robinson: “Desafiar los estereotipos e inspirar una nueva generación de mujeres líderes serían logros importantes de una presidencia de Harris”.

No obstante, hace muy poco, la defenestrada jefe del Servicio Secreto de Estados Unidos, que cuida al presidente y ex presidentes de esa nación, fracasó estruendosamente en su política de incorporar más mujeres a esa fuerza.

La vida de Donald Trump estuvo en serio riesgo luego de que un tirador disparó desde el tejado de una instalación muy cerca de donde estaba ofreciendo un discurso. Sus guardaespaldas mujeres lucieron temerosas a la hora de cuidar al mandatario y no volvieron a acompañarlo.

Una herida por esquirla de bala la oreja derecha de Trump demostró que los estereotipos no se rompen si no hay resultados.

@javimozzo

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