Por: Carlos Manjarres Daza
Los enemigos del comercio son enemigos de la libertad, son enemigos de la realidad y enemigos de una actitud voluntaria en la vida (A. Escohotado) y es que la sociedad ideal que intentan construir es en base a una idea irracional: que el proteccionismo beneficia a alguien diferente al político.
Colombia cuenta con políticos en todos los partidos que están totalmente enemistados con el comercio, sea por adhesiones ideológicas o por presión de los gremios que les aportan dinero en sus campañas, sin embargo, el parcial éxito de los que sin titilar protestan con la frase “no más libre comercio neoliberal” se debe a que contaron con la astucia de disfrazar sus intereses económicos con el interés de toda la comunidad política.
Entre muchas de las críticas que estos legisladores prostituidos por algunos gremios lanzan contra el libre comercio, están dirigidas particularmente a los TLC (Tratados de libre comercio), los cuales, en muchos aspectos difieren con lo que el libre comercio es. El comercio libre es una política unilateral, donde se trata a las demás comunidades políticas como amigos y vecinos, mientras que los TLC se trata de concesiones entre dos naciones, cuya exclusión de otras naciones se traduce como una negatividad de concesiones y esta traducción a su vez causa conflictos toda vez que esta origina una desviación del flujo de comercio a naciones donde sus gobiernos no intervienen el tratado (Say). Podemos estar de acuerdo que los TLC no son deseables, pero no por la entrada en competencia de bienes y servicios del extranjero en el mercado nacional, sino por la incapacidad de incorporar realmente el mercado local con el global.
Los enemigos del comercio poseen un respetable talento para producir ideas desafortunadas, como lo es los subsidios a las importaciones, el cual consiste en el uso de la ley para beneficiar a unos cuantos productores, lo que desencadena el muy conocido amiguismo, entre otras prácticas contrarias a una economía libre donde prime la voluntad y el designio del comprador. El término correcto para referirse a esta práctica es el “saqueo mutuo” (Bastiat)
El mercado no es una nube de números, sumas y restas, hombres con trajes o gráficas con flechas, es la cooperación de los miembros de una sociedad para satisfacer las necesidades que ésta demande. Toda la evidencia disponible afirma que el libre comercio ha sido la gasolina del progreso de la humanidad, incluso de los estamentos de paz, pues una sociedad para ser civilización debe basarse en los contratos (acuerdos) no en la fuerza. Para que una sociedad experimente la paz es imperativo que tenga libre comercio, una total paradoja para los sectores de izquierda —y muchísimas secciones de la derecha colombiana—, que dicen defender la paz, mientras que irrespetan la voluntad de todos al prohibir o torpedear la entrada o salida de bienes y servicios destinados a suplir las necesidades de todos. También dicen defender al campesino, pero solo para tenerlo dentro de una “vitrina”, lo necesitan pobre, son incapaces de ver a aquel campesino trabajando con tecnología importada, son incapaces de verlo convertirse en más que un campesino, son incapaces de ver al indígena con tenis nike o con !Phone, son incapaces de ver al que no gana nada, ganar de a poco por horas. Quizá las bases de la violencia y el sufrimiento que padece nuestra sociedad sea consecuencia última de aquellos que se creen dueños de nuestras voluntades y de nuestras decisiones: los enemigos del comercio.
Twitter: @carlosdazajr