Por: Javier Mozzo Peña
Cada día generan asombro los detalles acerca de la audaz operación contra el grupo terrorista Hezbolá esta semana en Líbano. Aún Israel no se ha atribuido oficialmente el ataque y tal vez pasen años antes de que lo haga, pero lo cierto es que se trata del golpe más mortífero recibido por Hezbolá, el cual tendrá serias repercusiones en Oriente Medio.
Hay razones de índole militar, geopolítico e histórico que apuntan a que se trató de una exitosa acción de una misteriosa y secreta unidad del Cuerpo de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI): La 8200.
La unidad saltó al foco público el jueves, en medio del afán y la creciente demanda por conocer más detalles del operativo, lo cual ha sido contestado, cómo no, con secretismo por parte de Israel y con negaciones de Estados Unidos en torno a su participación en el operativo.
Hezbolá es un cuerpo terrorista armado por su patrocinador, Irán, y es una amenaza para la supervivencia de la nación judía. El grupo controla, de facto, todo el sur de Líbano, fronterizo con Israel.
Desde allí, Hezbolá ha lanzado miles de ataques con cohetes y drones armados hacia el norte de Israel, causando el desplazamiento de unas 60.000 personas y no pocas muertes.
Ahora bien, la Unidad 8200 tiene una historia bien interesante y se han tratado de aproximar a su estudio académicos, analistas y entusiastas de las relaciones internacionales y la geopolítica, especializados en ciber seguridad y guerra electrónica.
Pero veamos primero qué se está hablando acerca de la manera en que, posiblemente, la Unidad 8200 se habría involucrado en la espectacular operación, que ha dejado al menos 25 muertos, 300 heridos en condición crítica y la total desconexión de las líneas de comunicación de Hezbolá.
En primer lugar, la operación, jocosamente llamada “beep beep, boom boom”, se asemejó a la del Caballo de Troya, pues se incrustó bien profundo en los dirigentes y mandos de todo tipo de Hezbulá, mediante buscapersonas y radio teléfonos que llevaban siempre consigo.
Hasta donde se sabe, estos aparatos -cuya invención se atribuye a un israelí- contaban con cargas de 20 a 50 gramos de un explosivo altamente volátil, que estalló instantes después de que fuera enviado un mensaje.
Desde un comienzo se habló de que los aparatos habían sido interceptados en su viaje desde donde los fabricaron, al parecer en el este de Europa, hasta el Líbano, para poder ser cargados con el explosivo.
Hezbolá tuvo que acudir a la hoy arcaica tecnología de los buscapersonas y radioteléfonos, cuyo auge se remonta a las décadas de 1980 y 1990, ante el temor de que las señales de los modernos teléfonos celulares fueran fácilmente interceptadas por Israel.
Pero de lo que se está hablando ahora es que no fue una interceptación o infiltración en algún punto en el viaje desde la fábrica al usuario final.
Aparentemente se trató de que las licencias y todo el material usado para ensamblarlos, así como su entrega, estuvieron a cargo desde hace tiempo, siempre y directamente, de una empresa fantasma creada desde cero por los servicios de inteligencia de Israel.
Dicha empresa fabricó y envió los dispositivos al Líbano, según da cuenta el diario británico Daily Mail. El uso de los “beepers” se hizo obligatorio entre los combatientes de Hezbolá, luego de una orden impartida por su líder, Hassan Nasrallah.
Se cuenta que la solicitud de compra ascendió a 5.000 aparatos, cuyas pruebas técnicas, así como la metodología para implantar un material explosivo durante el proceso de fabricación estuvieron celosamente a cargo de la Unidad 8200 israelí.
Yossi Kuperwasser, ex funcionario de inteligencia militar y actual director de investigación del Foro de Defensa y Seguridad de Israel, dijo que no había confirmación de que la Unidad 8200 estuviera involucrada en las explosiones masivas de buscapersonas. Pero también afirmó que sus miembros son algunos de los mejores y más brillantes efectivos del ejército israelí.
La historia de la Unidad 8200 se remonta hasta antes de la creación del Estado de Israel en 1948, cuando la región la regentaba el gobierno británico.
De acuerdo con el libro “El arte de la innovación militar”, de los estrategas y científicos políticos, Edward Luttwak y Eitan Shamir, su designación original era Shin-Mem-2, sucesora de la organización de inteligencia Sherut Yediot, la cual recopilaba todo tipo de inteligencia humana.
Su entrada al mundo tecnológico se produjo cuando, en la lucha judía contra el mandato británico, en la primera mitad del siglo pasado, se instaló una antena para escuchar emisoras de radio y enterarse de las órdenes de Londres para la policía que controlaba el territorio. Pero también se escuchaban mensajes de otras personas y organizaciones consideradas hostiles.
Entre las más audaces acciones de la Unidad 8200 que Luttwak y Shamir recopilaron, se cuentan las interceptaciones telefónicas de 1967 al rey jordano Nasser-Husseín y el presidente egipcio Nasser para involucrar a Gran Bretaña y Estados Unidos en ataques contra aviones de las fuerzas aéreas de Jordania y Egipto cometidos solo por Israel.
De la misma forma, la operación Entebbe para liberar a más de 100 rehenes alemanes y palestinos retenidos por el gobierno del ugandés Idi Amin; la que frustró un complot terrorista contra un avión de pasajeros en Australia en 2017 y los llamados “gusanos informáticos” y “malwares”, creados para sabotear el programa nuclear iraní y un laboratorio de pruebas en Moscú.
Moraleja: tienes que estar tres pasos delante de tu enemigo. Israel ha luchado por sobrevivir con esa enseñanza. Lo acredita su éxito en todas las guerras que ha librado contra sus hostiles vecinos, así como una perfecta organización y un cuerpo de oficiales jóvenes que fomenta la iniciativa “desde abajo”. El apoyo de la misteriosa y altamente tecnológica Unidad 8200 ha sido decisivo.
@javimozzo