Por: Fernando Salgado MD
A lo largo de la historia, han surgido en el mundo personajes especialmente en la actividad pública y política, que deambulan con una creencia falsa basada en una inferencia incorrecta de la realidad. Individuos con Ideas a ultranza, a pesar de existir certeza y evidencia científica de su incoherencia, inconsistencia, e inconveniencia, y que resultan contrarias a la razón y la lógica.
Esos cambios complejos y graves de las capacidades mentales de este tipo de personas, es lo que provoca pensamientos confusos y falta de consciencia del entorno, y es lo que comúnmente se denominan personas con ideas delirantes.
Este trastorno aparece o se identifica con múltiples factores y diversas causas, entre las cuales las más comunes incluye el consumo de alcohol y/o de substancias psicoactivas o drogas de prescripción, que ya sea por intoxicación o abstinencia, afectan a las personas, incluyendo un tipo grave de síndrome de abstinencia al alcohol, denominado delirium tremens, que puede producir además de esas ideas delirantes, temblores, confusión, hipertensión, fiebres y alucinaciones.
Las ideas delirantes pueden ser extravagantes o bizarras, en las cuales las personas imaginan cosas que en realidad no existen y se caracterizan por creencias falsas firmemente sostenidas que persisten durante algún tiempo sin otros síntomas de psicosis.
En ocasiones son situaciones como sentirse perseguido, engañado o traicionado por sus contradictores políticos, pero también por sus amigos cercanos o su pareja.
Hay otros trastornos por ideas delirantes exóticas o de grandeza, en que los individuos se sienten superiores y hasta salvadores del planeta, como ocurre con varios líderes en el mundo, algunos de ellos América Latina.
Existen también delirios de persecución, en el cual creen estar siendo vigilados, espiados, calumniados u hostigados, motivo por el cual intentan obtener justicia apelando a los tribunales u otros organismos o mecanismos de respaldo popular e inclusive recurrir a la amenaza y la violencia de manera directa o a través de sus seguidores incondicionales, como represalia por esa imaginaria persecución.
Finalmente es frecuente en personas con ideas delirantes, somatizar y presentar con frecuencia supuestas enfermedades o infecciones que incluso llega a incapacitarlos por varios días. Las ideas delirantes se caracterizan por su difícil modificación, incluso existiendo claros argumentos en contra de estas y además este tipo de ideas generalmente se mantienen constantes en el tiempo.
Karl Jaspers ese famoso filósofo y psiquiatra alemán, distinguió dos tipos de ideas delirantes: las auténticas, que tienen como fuente una vivencia patológica primaria o exigen como condición previa una transformación de la personalidad, y las ideas “deliroides”, que surgen de otros procesos psíquicos, que son motivadas, comprensibles, como las que surgen a partir de afectos, vivencias traumatizantes o trastornos de la conciencia.
En cualquier caso, el problema es difícil, de mucha actualidad y cada día se torna más complejo y exige especial atención, pues son ya muchos los personajes con rasgos paranoides, narcisistas, antisociales, obsesivo-compulsivos con ideas delirantes.
Una persona con trastorno delirante puede ser bastante funcional y no tiende a mostrar un comportamiento extraño excepto como resultado directo de su paranoia y las ideas delirantes. Sin embargo, con el tiempo la vida de la persona puede verse más y más abrumada por el efecto dominante de las creencias anormales.
Hace algunos meses en un interesante articulo Héctor Guyot, recordaba que Áyax, el protagonista de la tragedia de Sófocles, era considerado el guerrero más importante de la guerra de Troya después de Aquiles, pero tenía una sola obsesión, ser reconocido como el más fuerte, pero a su brazo como les ocurre a algunos lideres en nuestra región, no lo movía el corazón, sino su mente; una mente agitada por pensamientos mascullados en soledad, una mente que se dejaba guiar por las sospechas.
No podemos permitir que personas paranoides y con ideas delirantes nos gobiernen pues como decía ese extraordinario psicoanalista italiano Luigi Zoja en su libro Paranoia, “Quien vive en medio de la desconfianza no vive entre hombres, sino entre adversarios. Y el único deber en relación con los adversarios es vencerlos”.