
Apuntadores, ¿qué tal?
Hoy traemos una reflexión urgente sobre dos temas que, aunque separados por un océano, están más conectados de lo que parece: el gran apagón que dejó a España, Portugal y Francia sin electricidad durante horas, y la decisión del Gobierno colombiano de reanudar la venta de energía a Venezuela.
Mientras en Europa miles de personas quedaron atrapadas en trenes, sin internet, sin poder usar tarjetas de crédito, sin semáforos ni comunicaciones —con Madrid convertido en una ciudad paralizada—, en Colombia seguimos actuando como si nunca pudiera pasarnos lo mismo.
Pero sí puede pasarnos. Y estamos en riesgo.
Lecciones del apagón europeo
Lo ocurrido en Europa no fue un accidente aislado. Fue una advertencia sobre los riesgos de un sistema eléctrico frágil y sobrecargado de energías renovables sin respaldo suficiente de fuentes estables como gas o hidráulica.
Según explican los expertos, la causa más probable fue la falta de inercia energética: las energías solares y eólicas, aunque limpias, no ofrecen la estabilidad que brindan otras fuentes tradicionales. Cuando dos centrales fallaron en España, se produjo un efecto dominó que desconectó la mitad del sistema en segundos. Volver a levantarlo tomó horas.
¿Qué nos enseña esto?
- No podemos depender exclusivamente de un tipo de energía.
- Necesitamos un sistema equilibrado: solar, eólico, hidráulico, térmico, gas, carbón e incluso nuclear.
- La infraestructura eléctrica debe ser actualizada y protegida ante ciberataques y eventos climáticos extremos.
- Y lo más importante: la prevención debe ser hoy, no mañana.
En Colombia, todavía recordamos el racionamiento de los años 90: nueve horas sin luz todos los días durante casi un año. Ahora, con ciudades más dependientes de la tecnología que nunca, un apagón sería aún más catastrófico. ¿Tenemos efectivo para sobrevivir? ¿Cómo cargaríamos un celular? ¿Cómo funcionaría un hospital?
No estamos preparados.
¿Y ahora le vamos a vender energía a Venezuela?
En medio de esta fragilidad, el gobierno colombiano anunció que está explorando la reanudación de exportaciones de energía a Venezuela.
¿Podemos hacerlo? Técnicamente, sí.
Hay tres interconexiones existentes (en La Guajira y en Cúcuta) que permitirían exportar unos 300 megavatios, cerca del 2% del consumo diario nacional.
¿Deberíamos hacerlo? Ahí está el debate.
- Hoy el sistema colombiano tiene apenas 1% de excedentes de energía firme.
- Desde 2027-2028 tendremos déficit y riesgo real de racionamiento si no se suman nuevas plantas térmicas e hidráulicas.
- Las subastas de nueva energía fallaron por razones ideológicas: sólo se favorecieron fuentes solares, mientras se desincentivó la construcción de térmicas e hidroeléctricas.
- Venderle energía a Venezuela, en este contexto, no solo puede agravar la falta de oferta en Colombia, sino que también podría traer complicaciones diplomáticas con Estados Unidos, dada la situación política venezolana.
Además, ¿cómo garantizar el pago? Venezuela ya ha incumplido pagos en el pasado. Y en las actuales condiciones, sería muy riesgoso para cualquier empresa privada firmar contratos.
En resumen
🔌 El apagón en Europa nos recuerda nuestra vulnerabilidad.
🇨🇴 Colombia no tiene hoy suficiente margen de seguridad energética.
⚖️ Necesitamos un sistema equilibrado, no apostarle todo a una sola fuente.
💸 Vender energía a Venezuela puede ser más un problema que una solución.
🚨 Urgen decisiones responsables y técnicas, no ideológicas.
Mientras en España regalaban helados derretidos y buscaban wifi desesperadamente en los supermercados, aquí seguimos jugando con fuego. El apagón de 1991 podría repetirse. Solo que esta vez, en un país mucho más conectado, dependiente y, paradójicamente, menos preparado para enfrentar una emergencia.
Reflexionemos ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Nos leemos mañana, o antes si algo extraordinario ocurre.
Los quiero,
Ricardo Galán
Libreta de Apuntes