
Bogotá, mayo de 2025. En medio de un ecosistema financiero cada vez más digital y competitivo, las tarjetas de crédito en Colombia y América Latina están lejos de desaparecer. Aunque las cifras muestran una leve caída en su participación proporcional en los métodos de pago, el volumen absoluto de transacciones sigue creciendo, reafirmando su relevancia en el mercado.
Un análisis de Galileo Financial Technologies desmonta la idea de un “declive” de las tarjetas en la región, explicando que la percepción se debe más a la irrupción de nuevas alternativas de pago —como los Pagos en Tiempo Real (RTP), representados por sistemas como Pix en Brasil, SPEI en México y Bre-B en Colombia— que a una pérdida real de terreno. De hecho, las cifras son elocuentes: en 2024 se emitieron, en promedio, 209.000 nuevas tarjetas de crédito mensuales en Colombia, y más de 14 millones de colombianos utilizan este medio de pago, equivalente al 27% de la población.
Un mercado aún en expansión
Según datos de PCMI, las tarjetas de crédito mantienen una cuota del 42% en el comercio electrónico latinoamericano, aunque con una leve baja frente a 2019. No obstante, el valor absoluto de las transacciones sigue en aumento, gracias al crecimiento del acceso digital y financiero. MasterCard lidera el mercado colombiano con una participación del 47%, seguida de Visa (41%) y American Express (4%).
Abdul Assal, director de desarrollo de negocios de Galileo en Brasil y Colombia, asegura que las tarjetas de crédito conservan ventajas inigualables: “Más que un medio de pago, son un puente entre las marcas y los clientes. Ofrecen protección contra fraudes, fortalecen la fidelización y refuerzan el reconocimiento de marca”.
En paralelo al auge de alternativas como los pagos instantáneos, las tarjetas de crédito se han adaptado, incorporando tecnologías como el pago sin contacto, las tarjetas virtuales, las billeteras móviles y las tarjetas criptográficas. Este proceso de innovación es lo que, según Assal, garantiza su vigencia: “Las tarjetas han evolucionado desde su nacimiento en los años 50 hasta convertirse en herramientas multifacéticas, integradas al ecosistema digital y con la capacidad de ofrecer experiencias personalizadas”.
El valor de los datos y la relación con el cliente
A diferencia de los sistemas RTP, que limitan la transferencia de datos entre clientes y comerciantes, las tarjetas de crédito permiten a las empresas acceder a información valiosa sobre los hábitos de consumo. Este acceso posibilita estrategias de personalización, ofertas segmentadas e incentivos de fidelización que ningún otro sistema ofrece actualmente.
“Los pagos no son solo transacciones, son oportunidades para construir relaciones. Las tarjetas de crédito permiten conocer y atender mejor a los clientes, mientras otros métodos dejan los datos en plataformas cerradas”, enfatiza Assal.
Además, su aceptación global sigue siendo una ventaja competitiva en economías abiertas y altamente conectadas: “En un comercio electrónico donde el cliente puede estar en Colombia y el proveedor en Asia, contar con marcas globales como Visa o MasterCard otorga confianza y seguridad al comprador”, añade.
Perspectivas de crecimiento
Un informe de Payments Industry Intelligence proyecta que, aunque la participación de mercado de las tarjetas de crédito caerá del 43% al 35% entre 2024 y 2027, el volumen total de mercado aumentará de 269.000 millones a 365.000 millones de dólares. Este crecimiento refleja que la “torta” de los pagos electrónicos sigue ampliándose, incluso si las nuevas alternativas ganan cuota relativa.
Para Assal, las tarjetas que logren alinearse con los principios de la Gustanomics —una corriente que valora la experiencia de usuario, la utilidad, las recompensas, los beneficios exclusivos y la experiencia fluida— serán las que se mantendrán relevantes. “El consumidor no solo busca pagar, busca sentirse valorado, seguro y recompensado”, concluye.
En definitiva, el futuro de las tarjetas de crédito en Colombia y Latinoamérica no es de extinción, sino de transformación. Su capacidad de adaptación y su papel estratégico en la relación marca-cliente las consolidan como una herramienta esencial en la economía digital.