A la derecha del Uribismo

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Por: Carlos Manjarrés Daza.

La reforma socialista de 1936, la constitución progresista de 1991, institucionalización de la injusticia (respecto a la JEP y curules a cabecillas de las FARC), y sobre todo la anorexia cultural de la derecha han sido el alimento del leviatán colectivista en Colombia, que con gran entusiasmo pavimenta su entrada definitiva al poder.

Siguiendo nociones básicas del realismo político, la identificación del eje horizontal izquierda y derecha sigue vigente, aún más en los cuadros políticos habituales que tienen todos los partidos.

También es observable que los partidos poco o nada tienen que ver con las políticas que promueven, a lo cual, es impreciso identificar una relación lógica entre un votante y la política por la cual vota, puede ser una mujer de ideología conservadora, votando a Paloma Valencia —quien dice es “fundamental” la gran utopía marxista de devolverle “la libertad” a las personas— estas confusiones sugieren que antes que un cálculo de beneficios, las personas usualmente votamos por mitos, estereotipos, ideologías o prejuicios, y esto a razón de que no existen verdaderos incentivos para conocer los planes de gobierno o propuestas políticas concretas que puedan decirme en que tan alto grado podrían beneficiarme ciertas ideas de ciertos personajes.

Ahora bien, es correcto que esta anorexia cultural de la derecha, más que toda identificada en el escaso o nulo interés económico y personal que los líderes de centro derecha invierten en desarrollar un pensamiento benevolente con la tradición, la moral y la economía de mercado, como es el desarrollo y apoyo de intelectuales que aunque no se dediquen precisamente a la política respaldan el contenido de las propuestas mientras elaboran una lucha por el preciado largo plazo —la estabilidad en el país—.

La ausencia de la derecha liberal es realmente escandalosa en lugares académicos, la uniformidad del pensamiento crecerá al punto, que no sea necesario que gane un personaje o partido abiertamente socialista, solo bastará con que un educado en socialismo moderno (progresismo) con camisa azul llegue de nuevo al poder, como ya pasó entre el 2010 y el 2018.

Ya tenemos una izquierda consolidada en los partidos tradicionalmente colectivistas, anti mercados, pro estatismo y pro Estado benefactor, es impreciso entonces, contener las mismas ideas pero con diferente color en la propaganda, quizá la seguridad, la justicia que el Uribismo ofreció (y ofrece)  llame la atención de las masas, pero indudablemente es muy poco el contenido ideológico que se puede identificar, si el movimiento político solo basa su funcionamiento en eslóganes, publicidad y propaganda, tal vez se llegue a muchas personas, pero pronto se descubrirá que al final no se tenía nada que decir y la audiencia será irregular y efímera.

Como se carece de contenido podemos observar públicamente que en sus más íntimos círculos, los personajes que son tachados de derecha defendiendo el socialismo, de lo contrario veríamos a alguna Paloma exponiendo a nuestro brillante filosofo colombiano Nicolas Gómez Dávila y no al comunista alemán.

En últimas nuestra derecha se posiciona a la derecha de la izquierda en ideología, como política de gobierno y como política de Estado, pues la derecha liberal pierde ante el empuje del socialismo enfocado al largo plazo, dominando la clase intelectual con propaganda y contenido consistente.

Podría decirse que el proceso tarda demasiado tiempo, pero una estrategia a largo plazo es importante y contrasta con la trágica inutilidad del conservadurismo oficial (Uribismo) que sólo está interesado en el mal menor para la elección actual y por lo tanto pierde a medio plazo, por no mencionar a largo plazo (Rothbard, Murray. Populismo de derecha: Una estrategia para el movimiento paleo).

Es entonces pertinente tomar criterios inamovibles para clarificar el contenido al cual deben ceñirse los representantes del espectro de derecha liberal, pues el grupo de poder que hoy tiene la popularidad para hacerle frente al socialismo declarado no tiene un contenido consistente y claro.

Solo imaginemos que tan corrida debe estar la ventana de overton en nuestro país, que un marxista es tachado de extrema derecha, llegaremos al trágico punto que manifestar ser católico equivaldrá a ser “radicalizado”, “opresor” y “fascista”, la manipulación del lenguaje y la radicalización de la izquierda avanza a pasos agigantados.

Por otro lado, ningún sector de la derecha —salvo muy mínimas excepciones— está promulgando una reducción significativa de los impuestos, el desmantelamiento del Estado de bienestar, la abolición de privilegios a grupos raciales o étnicos, la defensa de los valores familiares o la identificación de un patriotismo, cuestiones muy básicas de lo que se puede esperar de una derecha políticamente activa con visión clara del largo plazo y no de los 4 años de gobierno.

Mientras los representantes de la “derecha” sigan celebrando (y tolerando) los avances colectivistas y liberticidas, mientras sigan manteniendo sus monumentos ideológicos —los mencionados al principio de este texto—, muchas personas que entendieron realmente que es la derecha, por deber ético nos mantendremos a la derecha del uribismo.

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