
Por: Javier Mozzo Peña
Semanas han pasado desde que Irán atacó con casi 200 misiles a Israel, en retaliación a los contundentes golpes propinados contra el alto mando de las dos organizaciones hijas de la nación islámica: Hamas y Hezbolá. Larga espera.
Israel prometió vengarse y la expectativa de una escalada en el conflicto del Medio Oriente tiene con los pelos de punta a Estados Unidos, a las monarquías árabes y al Líbano.
Pocos son capaces de despegar sus ojos de las redes sociales, esperando el momento en que comience la ofensiva israelí, que amenaza con llevar todo al despeñadero en el Medio Oriente, como varias veces ha sucedido desde 1948, cuando se creó el Estado de Israel.
La hoguera ahora tiene más leña. Y arderá más si con el ataque que todo el mundo espera en territorio de Irán ocasionará el total cierre de las vías marítimas a través de las cuales se transporta más de un cuarto del petróleo que consume el mundo; o si mandará al diablo al programa nuclear iraní.
Un cierre total del Golfo Pérsico y del Mar Rojo podría llevar la cotización del barril a más de 300 dólares, según recientes estimaciones.
Ahora bien, ¿por qué la demora en la retaliación de Israel? ¿Qué ha detenido por tanto tiempo esa ofensiva?
No hay plan A, B o C para enfrentar la escasez de crudo: Está claro para muchos analistas que si Irán recibe un ataque a sus instalaciones petroleras responderá atacando a las de sus vecinos y bloqueando el Golfo Pérsico para las operaciones de transporte de crudo.
Ya le advirtió a las monarquías emiratíes y a Arabia Saudita que manejará todas las opciones que estén a su alcance, incluyendo una ofensiva contra la infraestructura petrolera de sus vecinos.
El temor ante esa posibilidad es lo que en buena parte tiene represadas las decisiones, dado que hay pocas alternativas disponibles y viables. Y estas deben ser bien analizadas en el intento de copar rápidamente la oferta de crudo que se pierda.
Las elecciones en Estados Unidos: A menos de un mes de que se celebren elecciones presidenciales en la mayor potencia mundial, Joe Biden no quiere heredar un conflicto de grandes proporciones a quien lo suceda, bien sea Kamala Harris o Donald Trump.
Esa posibilidad dejaría al nuevo inquilino de la Casa Blanca estrenándose en una sala de crisis con mapas, rodeado por militares y dando órdenes de combate, lo que lo metería en un problema totalmente alejado de sus costas. Involucrarse otra vez en un conflicto a miles de kilómetros no está en la agenda de las principales preocupaciones de los estadounidenses.
Tensiones internas entre aliados: Es claro que en esta situación del esperado ataque sólo están metidos Estados Unidos e Israel y, pese a que son dos, eso también está demorando la toma de decisiones.
Ahora que Israel quiere matar la culebra definitivamente, Estados Unidos desea que se contenga y que sea limitado en su respuesta, lo que Israel no quiere. En un libro próximo a lanzarse al mercado del prestigioso periodista Bob Woodward, se revelaron tensas discusiones entre Biden y Netanyahu hace meses.
Se dice que el libro cuenta el uso de palabras fuertes y nada diplomáticas entre los mandatarios y que Biden reclamó por acciones que había emprendido Israel sin haber consultado a Estados Unidos.
Tel Aviv desconfía de Washington: Luego de que se produjeron filtraciones a la prensa de Estados Unidos acerca de movimientos hechos por Israel en su lucha contra Hamas y Hezbolá, se levantó un velo de desconfianza en torno a la información que se comparte a las autoridades estadounidenses. La confianza mutua está algo averiada entre los aliados-
Sin espacio aéreo y sin frontera con Irán: Aunque Israel ha armado una retórica fuerte en torno a que es capaz de hacerlo solo, es claro que no puede hacerse cargo de un ataque contra Irán sin el apoyo de Estados Unidos, por varias razones.
Primero, porque Israel no comparte frontera con Irán, por lo que una incursión terrestre es imposible. Eso hace que la opción aérea sea la única. Esto necesitará la asistencia de los grupos de batalla desplegados por Estados Unidos que, en todo caso, no se prestarán para atacar ni instalaciones militares ni nucleares de Irán.
Segundo, porque los países árabes vecinos ya le informaron a Israel que no permitirán que su espacio aéreo sea usado por aviones militares en su camino a Irán, temerosos de la retaliación de este último. Esto llevaría a las aeronaves a hacer un viaje extenso, costoso y nada sorpresivo, tratando de evadir a sus vecinos.
Tercero, la aviación israelí está más que saturada con las operaciones en varios frentes que atiende al mismo tiempo: En Gaza, sur del Líbano, Siria, Iraq y Yemen. Allí está efectuando ataques selectivos a instalaciones que almacenan pertrechos, armamento y misiles con los que Irán ha dotado a sus fuerzas proxis para destruir a Israel.
Tu atacas, yo disuado: Los grupos de ataque navales estadounidenses en el estrecho de Ormuz, el Mar Rojo y el Mar Mediterráneo, están para disuadir. Así se lo ha hecho saber el alto mando militar estadounidenses en varias visitas a las autoridades en Tel Aviv. Los navíos se han involucrado, pero para ayudar a derribar misiles lanzados desde Irán, Yemen o Siria hacia Israel, siempre en plan defensivo.
La última ocasión que el mundo contuvo la respiración esperando un nuevo conflicto fue en febrero del 2022, cuando tanques rusos se alineaban en la frontera con Ucrania para preparar una incursión que hoy está estancada. Lo del Medio Oriente no pinta para nada bien y las consecuencias las pagaremos todos.
@javimozzo