
Por Javier Mozzo Peña
La situación de Siria se está deteriorando cada día más. Desde este espacio (https://correoconfidencial.com/archivos/360912) se advirtió sobre las tensiones que causaría la violenta caída del régimen de la familia al Assad el año pasado, a manos de una de las milicias que operan en ese país al mando de Al Shara.
La pólvora está regada en todo Siria. Con intereses y apoyos repartidos entre Estados Unidos, Turquía, Irán, Israel y Rusia, así como de etnias islámicas con sus propias ambiciones, era solo cuestión de tiempo para que una pequeña chispa detonara un conflicto mayor.
Pues bien, estalló. Los acontecimientos han sucedido en las últimas semanas a una velocidad similar a la que a finales del año pasado propició el ascenso al poder de un endeble gobierno interino presidido por Ahmed al Shara, que derrocó medio siglo de administración de la familia Al Assad.
La chispa la encendió el secuestro de pastores de la minoría drusa a manos de milicias yihadistas en la región de Sweida, en el suroeste del país fronteriza con Jordania. De acuerdo con distintas fuentes en el terreno, esas milicias, al parecer apoyadas por el gobierno interino, también perpetraron horrendos actos criminales.
No se podía esperar más que una vengativa reacción en cadena, en la que se involucró también Israel.
Todos, milicias yihadistas, drusos, beduinos, entre otros, buscan abrirse paso y aprovechar la precariedad de un gobierno que no se consolida, apoyados por gobiernos extranjeros. Los intereses se basan en que Siria es estratégico por su amplia salida al Mar Mediterráneo, su riqueza energética y por ser un paso obligado de una amplia región del Medio Oriente hacia los mercados de Europa y África.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR) no ha dejado de documentar graves violaciones al Derecho Internacional Humanitario. Lo ha hecho casi desde el mismo instante en que Al-Shara, antiguo miembro y líder de ISIS, derrocó en una operación relámpago “revolucionaria” al gobierno autócrata de la familia Al Assad el año pasado.
“Los enfrentamientos en curso entre grupos de pistoleros de la comunidad drusa, por un lado, y miembros de fuerzas afiliadas al Ministerio de Defensa sirio y tribus beduinas, por otro, han provocado un estado de tensión en la seguridad y han afectado considerablemente la situación humanitaria”, indicó el observatorio.
La situación es calamitosa. Las violaciones se han ensañado contra la minoría drusa muy afecta a Israel, cerca al tapón que estableció este país en su frontera con Siria para afianzar su valiosa posición en los altos del Golán.
Los ataques contra los drusos causan una alta sensibilidad en Israel, por la larga alianza que los une y porque los considera sus hermanos. En retaliación, el estado hebreo emprendió una nueva campaña militar aérea que comprometió, en la capital siria, Damasco, al palacio presidencial y al cuartel general del jefe del estado mayor del gobierno de Al-Shara.
Desde el otro frente, las incursiones israelíes también levantaron roncha en Turquía. Su gobierno es afecto a la nueva administración siria no solo por cuestiones religiosas sino por sus muy extensos intereses en el norte del país, especialmente relacionados con la minoría kurda.
Turquía no se ha lanzado a proteger a Al Shara, básicamente por su propia debilidad militar y por presiones de Estados Unidos. Pero eso no ha impedido que sus líderes emitan duros pronunciamientos contra las acciones israelíes.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu justificó los ataques de sus fuerzas de defensa. Ya había advertido al régimen sirio en reiteradas ocasiones que no se metiera con los drusos y que las regiones hoy objeto de agresiones debían estar desmilitarizadas.
La alianza del estado hebreo con los drusos es sólida y ha sido fundamental para sus campañas militares en muchos frentes. Quiere un estado druso en la región nororiental fronteriza con Siria y Líbano para prevenir más embestidas contra su población de milicias pro islámicas que pululan en Siria.
Israel toma ventaja de haber eliminado casi por completo la fuerza militar siria el año pasado, para ejecutar sus actuales acometidas. Esa estrategia fue crucial para los bombardeos que efectuó junto con Estados Unidos contra las instalaciones nucleares de Irán, usando el espacio aéreo sirio.
Se entiende entonces la muy tibia reacción de Netanyahu al derrocamiento del antiguo régimen sirio a manos de Al Shara, al quien no ha reconocido.
Prefiere curarse en salud y ejercer una vigilancia estricta sobre cualquier movimiento que pretenda hacer Al Shara. Incluso si recibe apoyo turco, precisamente para evitar secuelas indeseadas de la actual situación. Israel afianza su dominio, entre otras, para que no lo sorprendan nuevamente con los pantalones abajo, como sucedió en Gaza.
Otra derivada es que, con los recientes acontecimientos, la posición asumida por Estados Unidos respecto a Siria ahora queda desdibujada. Donald Trump estrechó la mano de Al-Shara y levantó sanciones al país, en un intento por acercarlo a firmar los acuerdos de paz de Abraham con Israel y cuidar sus propios intereses económicos y de seguridad en la región.
No hay elementos sólidos para pensar que Siria mejorará su situación. A lo sumo, habrá mantos de tranquilidad, bajo los cuales hierve un conflicto de enormes proporciones, que, sin soluciones profundas, podría desembocar en enfrentamientos entre actores estatales.
@javimozzo