Anti-análisis de la encuesta

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En sus últimas tres portadas la revista Semana ha tenido como protagonista al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Las dos primeras dedicadas a destacar el “liderazgo presidencial” para el “éxito” de la Cumbre de las Américas antes y después de celebrada y en la última edición Santos vuelve a ser tema de carátula, esta vez para expresar la preocupación de Semana por la caída de 15 puntos en la popularidad del primer mandatario.

La preocupación se origina en el análisis que hace la revista de los resultados de la encuesta “Colombia Opina” contratada con la firma Ipsos-Napoleón Franco por una alianza de medios de la que forma parte Semana y cuyo trabajo de campo coincidió con los días más importantes de la Cumbre de las Américas viernes 13, sábado 14 y domingo 15 de abril de 2012.

De entrada Semana admite en su análisis que no fue coincidencia la selección de esos días para la realización de la encuesta y que en su intención sus promotores tenía previsto hasta sus posibles resultados:

Se podría pensar que la semana de la Cumbre de la Américas podría haber sido la mejor de Juan Manuel Santos desde que llegó al poder. Además de la carátula de Time, se lució como anfitrión de 30 jefes de Estado y de la pesada empresarial del continente, en el evento diplomático más importante que ha tenido Colombia en toda su historia. Con televisión permanente durante esos días, Santos se proyectaba para los colombianos y para el mundo como un gran estadista y Colombia, como una nueva estrella de América Latina. A esto se sumaba que días antes se había tenido la liberación, sin contraprestación alguna, de los soldados y policías que habían permanecido más de diez años en manos de las Farc. Las estrellas parecían estar alineadas a su favor. Por todo esto, se anticipaba que la primera encuesta después de esa ‘semana de glorias’ dejaba al primer mandatario en un nivel de imagen favorable superior a los 70 puntos”.

El resultado final de “Colombia Opina” demostró que “en los nueve meses transcurridos desde julio del año pasado, la favorabilidad de Santos pasó de 71 por ciento a 58 por ciento, mientras que la satisfacción con su trabajo como Presidente de la República bajó 16 puntos y se ubicó en un 52 por ciento”.

Semana confiesa que esas cifras cayeron como un chorro de agua fría y se plantea una pregunta obvia: ¿Cuál puede ser la explicación de este fenómeno?

Al intentar responder a su interrogante los autores aventuran varias hipótesis entre ellas una que parece más un reproche a los colombianos “por no entender el momento histórico” que según ellos vive Colombia. Pero lo que sorprende igualmente es que la encuesta Colombia Opina no solo revela la erosión del prestigio del presidente, sino un escepticismo general en el estado de ánimo del país que parecería no corresponder al momento histórico que está atravesando.

”

Acto seguido, Semana se despacha con una nueva serie de preguntas para las cuales aventuraré algunas respuestas que contienen elementos dejados de lado por sus autores: 

  1. Pregunta Semana: ¿Cómo se explica la contradicción de una administración con uno de los más favorables cubrimientos de medios de años recientes que pierde puntos en los temas prioritarios de su agenda?

 

Quizá la respuesta a esa contradicción que en mi concepto no existe se encuentre en la vanidad de nuestros grandes medios de comunicación que se siguen considerando los dueños de la verdad y, en consecuencia, los  únicos formadores de opinión pública en Colombia.

Desconocen que hoy, gracias a la Internet y al fácil acceso a nuevas herramientas de comunicación, los ciudadanos tienen otras fuentes de información para formarse opiniones que comparten fácilmente en blogs, portales independientes y redes sociales para que sean apoyadas o debatidas por otros ciudadanos como ellos.

El público de hoy no traga entero. Escucha, quiere y exige ser escuchado. Así que esa “favorabilidad en el cubrimiento”, construida a punta de multimillonarias inversiones publicitarias, lobby y presión sobre medios a los que el Gobierno considera influyentes a la que aluden los analistas de Semana, ya no alcanza.

Si el Presidente y sus asesores quiere mantener un nivel de popularidad que le permita ir por su reelección deben empezar por entender que no pueden seguir ignorando al país que informa, se informa y discute en las redes sociales, los blogs, la radio y la TV comunitarias, los medios locales y regionales.

     2.    ¿Por qué -cuestiona Semana- “un gobierno liderado por el exministro de Defensa más exitoso de los últimos tiempos ve reducir el apoyo popular a su manejo de la seguridad nacional?

Porque el “exministro de Defensa más exitoso de los últimos tiempos” no era entonces el mejor amigo de Chávez, sino uno de sus críticos más severos. Porque “el exministro de Defensa más exitoso de los últimos tiempos” creía que a las FARC había que derrotarlas militarmente y no sentarse a negociar con ellas al costo que sea. Y finalmente, porque ese “exministro de Defensa más exitoso de los últimos tiempos” ponía la cara ante los ataques de la guerrilla en lugar graduar como idiotas útiles a quienes nos atrevemos a publicar las andanzas de los terroristas pensando que con eso nos va a callar. 

3.    ¿Por qué –inquiere Semana- una Casa de Nariño que en momentos de bonanza económica, caída del desempleo y entrada de empresas extranjeras es criticada en la aprobación de su política de inversión social? ¿Por qué “una política exterior aplaudida por fuera, no puede impedir que disminuya el respaldo de los encuestados a la gestión de las relaciones internacionales?


La respuesta a la primera inquietud podría estar en hechos como el fracaso de Colombia Humanitaria en la atención de los damnificados por el invierno, la anunciada decisión de  aumentar la edad de jubilación y los impuestos. O quizá, por el hecho incontrovertible de que en Colombia pagamos la gasolina más cara del continente.

Que la política exterior sea aplaudida por fuera y chiflada por dentro tiene que ver con hechos como la cercanía del Gobierno Santos con Cuba, Ecuador y Venezuela cuyos gobiernos apoyan descaradamente a la guerrilla. O, quizá, a la aprobación a las patadas de la Ley Lleras 2.0 que impuso restricciones al uso de Internet para darle gusto a los gringos.

Que el Presidente haya sido portada de la revista Time no le dice nada a la gran mayoría de colombianos y a los pocos que les puede decir algo también les siembra la pregunta de cuanto nos pudo haber costado el detalle en costosas campañas de relaciones publicas.

Finalmente, Semana se declara sorprendida porque Por primera vez en sus 20 meses de administración, el porcentaje de colombianos que creen que Juan Manuel Santos ha incumplido sus promesas supera a quienes consideran que ha estado a la altura de las expectativas”.

Lo que debería sorprender es la demora de los colombianos en darse cuenta de que a Juan Manuel Santos lo eligieron 9 millones de colombianos para hacer realidad unas propuestas que olvidó al otro día de las elecciones y que, una vez en el poder hizo todo lo contrario a lo que se comprometió.

Sobre las expectativas no hay duda: el gobierno de Juan Manuel Santos ha demostrado ser muy bueno para crearlas, pero muy malo para cumplirlas.

Bastan un par de ejemplos: a los habitantes de Gramalote lleva dos años anunciándoles la reconstrucción de su pueblo y a estas horas ni siquiera sabe en donde lo va a ubicar. A los damnificados del invierno les prometió que sus casas no se volverían a inundar y ahí están otra vez con el agua al cuello. A los internautas les prometió que la Ley Lleras no se volvía a presentar, pero la sacó a empellones disfrazada de TLC y a los contribuyentes les prometió no subir los impuestos, pero está lista la nueva reforma tributaria.

Cosas como estas explican que Juan Manuel Santos haya perdido entre 15 y 16 puntos de favorabilidad en las encuestas. Lo que no explican es por qué aún mantiene una popularidad superior al 50%.

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