En Colombia, según las últimas estadísticas oficiales hay más celulares que gente.
Eso ocurrió porque hasta no hace mucho los operadores, Comcel, Movistar y Tigo practicamente regalaban los teléfonos a cambio de una suscripción al servicio durante un periodo de tiempo determinado.
La estrategia era llenar el país de celulares y crearnos el hábito de la comunicación al instante, objetivos que lograron con lujos de detalles. Cualquier disculpa era válida para regalar celulares básicos, es decir aquellos que sólo sirven para hacer y recibir llamadas o para entregar modelos un poco más sofisticados que reproducen música, toman fotografías o permiten chatear a precios bastante favorables para el público.
Esa feria terminó. Ahora, que ya somos adictos al celular y todos tenemos por lo menos uno, los operadores creen que llegó la hora de convencernos de comprar un aparato más moderno, que sirva para más cosas y sobre todo que nos introduzca en esa nueva maravilla de las comunicaciones para nosotros y nuevo modelo de negocio para ellos : que se llama el internet móvil de alta velocidad.
Ya no se trata sólo de tener el mejor teléfono para hacer y recibir llamadas, sino que debemos tener el mejor artefacto para recibir y enviar correo electrónico, navegar en la web a velocidad de vértigo, jugar en línea, grabar y enviar vídeos y, dentro de muy poco escuchar la radio o ver las telenovelas en el Transmilenio.
Pero ¿es necesario que cambiemos nuestro pequeño, maltrecho y feo, pero eficiente «celular flecha» de toda la vida (llamado así porque lo tiene cualquier indio) por un reluciente Blackberry de última generación, un atractivo iPhone 3Gs, un envidiable Nokia N97, un deslumbrante Samsumg Touch o el último súper juguete de Motorola?
¿Nos dejamos tentar por la avalancha de ofertas de los tres operadores que, aprovechando la navidad, nos quieren embutir como sea un nuevo aparato?
Como en todos estos temas, depende. Depende de para que usemos el celular. Depende de donde lo vayamos a utilizar y depende de si tenemos plata para pagarlo porque ahora los operadores cobran los teléfonos, exigen compromisos de fidelidad de más largo plazo y, por supuesto, cobran aparte los nuevos servicios.
De este tema nos ocuparemos en las próximas entregas de nuestra serie ¿Lo compro, o no lo compro? ¿Les gusta la idea? ¿Alguien me quiere ayudar?