
Venezuela hoy
Por Fernando Salgado Quintero MD
Ese gran líder político y militar que encabezó diversas campañas de enfrentamiento contra el imperio español y marcó la historia de los países hispanoamericanos, Simón Bolívar, sabiamente afirmaba que “un pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, deja huella y usurpa los derechos del ciudadano”.
Y eso es precisamente lo que ha hecho Nicolás Maduro y su camarilla en Venezuela: han usurpado el poder, y nada parece evitarlo. El próximo 10 de enero, si el pueblo no exige sus derechos, Venezuela se legitimará como una dictadura.
Por esta razón, la invitación que hace Edmundo González Urrutia, quien legítimamente ganó las elecciones en ese país, a las fuerzas militares para defender la democracia, no es un favor; es un recordatorio de que son las leyes las que otorgan la libertad. Un Estado sin ley y dirigido por quien está a punto de asumir el poder es un estado condenado al fracaso. Como decía Bolívar, un país gobernado por una sola persona siempre será una dictadura.
Hoy, los venezolanos, en especial las bases y los líderes del gobierno legítimamente electo, deben unirse para liberarse de la anarquía. Las fuerzas militares, por su parte, deben cumplir lo consagrado en la Constitución y la ley, empleando, si es necesario, las armas para defender la democracia, las garantías sociales y el gobierno elegido por la inmensa mayoría de los venezolanos.
No hay nada más cierto que lo que mencionaba el propio Bolívar, sobre lo insoportable que resulta el espíritu militar en el mando civil; son dos temas muy diferentes. Por ello, hoy el pueblo venezolano tiene la obligación de unir fuerzas para cambiar el destino del país. A la comunidad internacional le corresponde no dejar solo a Venezuela, acompañando a su pueblo en esta noble tarea de luchar contra la tiranía y la usurpación del poder.
Las dictaduras son una gran injusticia, y es por ello por lo que el pueblo debe tener el control total de las instituciones, en lugar de los usurpadores. Esa fue la decisión de los venezolanos en las últimas elecciones, y las fuerzas militares, los soldados venezolanos, deben entender que no son árbitros de las leyes ni del gobierno, sino defensores de su libertad y de la democracia.
Un soldado siempre debería verse a sí mismo como un protector y no como un mandatario. Portar un arma no los convierte en más poderosos, como ocurre con las bandas criminales y los grupos paramilitares que hoy están al servicio de Maduro. No, la mayor responsabilidad de los soldados es estar al lado del pueblo, el mismo que eligió a su legítimo presidente.
Como dijo Bolívar: “Maldito sea el soldado que vuelve sus armas contra su pueblo”. Hoy, los venezolanos están a punto de perder esa tierra natal o adoptiva que llaman patria, y corresponde a todos defenderla.
Finalmente, la comunidad internacional debe desconocer ese gobierno que está a punto de asumir sin aprobación electoral, en violación de la Constitución, y que se mantendrá en el poder por medios fuera de lo establecido en la ley: eso es lo que se denomina un gobierno de facto. Es crucial que los venezolanos y los países del mundo se unan para rechazar este tipo de régimen, asegurando que la voz del pueblo prevalezca y que la libertad y la justicia sean restauradas en Venezuela.
“Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó, la ley respetando, la virtud y el honor”