Por: Javier Mozzo Peña
Imágenes de televisión mostraron esta semana a personas vestidas con uniformes, rodeando dos contenedores marítimos reforzados y adaptados para lo que el corresponsal en jefe de la agencia Reuters en Moscú, Guy Faulconbridge revela es el inicio de la producción en serie de refugios antibombas móviles en Rusia.
Las adaptaciones sirven para dar protección temporal a más de 50 personas contra ondas de choque, metralla de armas convencionales, caída de escombros de edificios, el uso de productos químicos peligrosos… y la radiación ante explosiones nucleares.
El Instituto de Investigación del Ministerio de Emergencias de Rusia permitió la divulgación de su innovación KUB-M en momentos en que el mundo, y especialmente Europa, vivió esta semana tal vez la más peligrosa y trepidante escalada en el conflicto provocado por la invasión rusa a Ucrania, que cumple más de 1.000 días.
Las informaciones desde el frente de esa parte de Europa no dejan de ser en extremo preocupantes, luego de la decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de permitir a Ucrania el uso de misiles estadounidenses de largo alcance al interior de Rusia, así como otros de fabricación británica llamados “Storm Shadow”.
Los misiles tienen un alcance de hasta 300 kilómetros y podrían atacar, por ejemplo, destacamentos militares rusos desplegados por el frente, el puente de Kerch que conecta a Rusia con la invadida península de Crimea, así como sitios de producción y lanzamiento de cohetes y drones explosivos.
Casi inmediatamente a la luz verde de Biden, Ucrania empleó los ATACMS “Made in USA”, para atacar instalaciones en Rusia, al tiempo que enviaba una andanada de drones que siguieron golpeando fuertemente la infraestructura de procesamiento de petróleo, vital para la movilización de los militares en terreno.
El país invadido esperó por mucho tiempo el permiso de Biden y, aunque tarde, puede considerar ahora estar en una relativa mejor posición ante una eventual negociación de un alto al fuego que se plantee con los rusos, posiblemente mediada por la nueva administración de Donald Trump, quien jurará el próximo 20 de enero.
O al menos eso pensaba Ucrania antes de que en la madrugada del jueves Rusia habría disparado misiles balísticos provistos con varias cargas hacia la ciudad de Dnypro, en Ucrania, desde instalaciones cerca al Mar Caspio.
Versiones encontradas indican que este tipo de misiles pueden ser cargados con ojivas nucleares, pero esta vez, llevaban explosivos convencionales.
Al mismo tiempo y sin mucho aguardar, el presidente ruso, Vladimir Putin amenazó a Occidente, por enésima vez, con que puede emplear su enorme armamento nuclear, al anunciar que había modificado su doctrina de uso de esos aparatos y que se aplicará a países que apoyen a Ucrania.
La nueva doctrina permite una posible respuesta nuclear de Moscú incluso a un ataque convencional contra Rusia por parte de cualquier nación que cuente con el apoyo de una potencia nuclear. Recordemos que países miembros de la OTAN han apoyado a Ucrania sin vacilación y, en ausencia de armas nucleares propias, cuentan con el respaldo de las potencias que sí las producen y almacenan: Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.
Aunque no dejó de ser considerado por analistas como una “bravuconada” de Putin, es preocupante dado que informaciones indican que el mandatario autorizó hace algunos meses ejercicios militares con armas tácticas nucleares, los cuales estarían listas para afianzar su ocupación de Ucrania.
Estas bombas tácticas, de las que Rusia tiene una buena cantidad almacenada, se emplean para atacar instalaciones militares, pero no para el uso en grandes congregaciones humanas civiles.
También se trata de un mensaje a las naciones que han apoyado la resistencia ucraniana, en el sentido de que ningún país, especialmente del Viejo Continente, está protegido de un lanzamiento que realice Rusia.
Como se ve, la cuerda del conflicto está a punto de reventar y logra ya tocar nuevos umbrales de duración y participación internacional.
No parece que el presidente electo Trump -quien anunció en campaña estar en capacidad de terminar la guerra en 24 horas- podrá acomodarse a tiempo en el despacho oval para evitar una ruptura definitiva. Los contendientes están usando armamento con mayor capacidad y sofisticación, incluso echando mano de combatientes de distintas nacionalidades.
El terror también se extendió a otras naciones de Europa. Mientras se lanzaban misiles unos a otros, a unos miles de kilómetros al norte los países escandinavos repartían volantes a sus habitantes, recordando el buen uso de refugios antimisiles, en la eventualidad de que puedan ser atacados por Rusia.
¿Cómo se desenvolverán los acontecimientos de aquí al 20 de enero? Es una total incógnita. Lo que está claro es que Europa está envuelta en un conflicto que demandará mucha paciencia y astucia diplomática para terminarlo, muy escasas en estos ya casi 3 años de confrontación, originada en el sueño del líder ruso de recuperar para su país su otrora patética hegemonía.
@javimozzo