Por: Mauricio Hernández
La publicación del PIB de la semana pasada, con un resultado de crecimiento de 0,7% interanual, dejó varios puntos para analizar.
Primero, el crecimiento económico completó cuatro trimestres consecutivos por debajo del incremento de la población, que se ubica en el 1% anual. Esto significa que la torta de la cual comemos los colombianos está creciendo más lentamente que la población, resultando en trozos más pequeños para cada habitante.
Segundo, quedó claro que expandir la construcción de vivienda es un imperativo. El DANE mide una vivienda terminada como inversión fija, pero una vivienda en proceso como acumulación de inventarios. Estos últimos están contribuyendo muy negativamente al PIB desde 2023. Entonces, más allá de que un tecnicismo esté ralentizando la actividad, los inventarios tienen nombre propio: la vivienda. Además, la construcción está interrelacionada con el 55% de los sectores económicos en Colombia.
Tercero, sobresalió el desempeño de los servicios exportados (turismo, fletes, etc.). Del total de envíos externos en el PIB, el 17% son servicios, con un crecimiento medio del 43% anual desde 2021. Hoy son un 7% superiores a los reportados en 2019, antes de que la pandemia los redujera notablemente.
Cuarto, la dinámica de gasto dentro del país es más negativa que la registrada en el PIB. La demanda interna, que incluye el gasto de hogares y gobierno y la inversión de las empresas, cayó un 2,6% en el primer trimestre y 4% en 2023. Además, lleva cinco trimestres cayendo. ¿Qué le permitió al PIB ubicarse en positivo? La caída de las importaciones, de 15% en 2023 y 12,9% interanual entre enero y marzo.
Quinto, a medida que avanzaba el primer trimestre, la lentitud del crecimiento se hizo más pronunciada, mostrando una economía que perdía impulso, especialmente desde el sector manufacturero. La señal para el futuro no confirma aún una recuperación a corto plazo.
En conclusión, la economía colombiana está en cámara lenta, una situación que demanda acciones urgentes y estratégicas. Los responsables de la política económica deben actuar con rapidez y decisión para revertir esta tendencia y devolverle a la economía el dinamismo perdido.