Dialéctica, Retórica y Oportunismo
Por: Fernando Salgado MD
Lamentablemente muchos de los razonamientos en torno a la reforma a la salud han sido inválidos o engañosos y ello ha deslegitimado el “debate” que se adelanta en el congreso de la República.
La dialéctica se refiere a la exposición de los argumentos expuestos en una conversación o discusión política, derivada de la argumentación y la contraargumentación o discusión entre los interlocutores, algo muy diferente a esa discusión que vemos en el trámite de esta reforma, en el que prevalecen las figuras no convencionales de usar palabras para otorgarles mayor belleza, expresividad o vivacidad, con el único objetivo de persuadir, sorprender o generar algún tipo de emoción, eso que se conoce como la retórica.
Asistimos a tal vez el debate más importante para el país en el actual momento, el de la salud, donde algunos sin muchos conocimiento, pretenden ser convincentes a través de esa retórica parlamentaria de que lo propuesto es lo mejor y eso ocurre, cuando la sociedad no exige que nos digan cuales son realmente las motivaciones y estudios que desde el punto de jurídico, técnico, tecnológico, científico y especialmente financiero, sustentan una reforma de tipo “estructural” a una ley estatutaria y que además es una política de Estado.
Esperemos que en lo que resta de este debate que seguramente tendrá muchas más discusiones álgidas, podamos escuchar y comprender esas propuestas y sus referentes técnicos, jurídicos, financieros, culturales y sociales, para comprender que es lo que realmente se propone y sobretodo, como se va a ejecutar y no caer en esa actitud de personas que se acomodan a las circunstancias para obtener provecho, o dádivas, subordinando incluso sus propios principios, eso que comúnmente denominamos oportunismo, priorizando su interés particular y obviando los principios éticos para lograr ciertos propósitos políticos.
Para los pensadores medievales como San Agustín, el fin del Estado era simplemente ordenar la convivencia de los hombres hacia la paz, y la tranquilidad del orden. Santo Tomás por su parte, consideraba que el gobernante o político estaba obligado a buscar el bien común y someter sus gustos personales a la necesidad de colaborar para que la sociedad exista y se perfeccione.
En el renacimiento, surgió ese movimiento político inspirado por Nicolas Maquiavelo, considerado uno de los padres de la ciencia política actual y que en su obra “El Príncipe”, marcó un nuevo paradigma antropológico y un nuevo paradigma para la política moderna y contemporánea. Para este pensador social y político, el hombre es malo por naturaleza.
Esta misma línea de pensamiento siguieron pensadores sociales posteriores como Thomás Hobbes, John Locke, Rousseau y muchos otros, Maquiavelo reconocido por el uso de los medios inmorales para fines políticos y la creencia de que el gobierno se basaba en gran parte, en la fuerza y la astucia, heredó a la posteridad una manera de pensar y actuar oportunista, donde como lo escribió de su puño y letra al final del libro de Maquiavelo Napoleón Bonaparte “el fin justifica los medios”; desligando con ello la ética y la política, algo muy frecuente en el ejercicio de la política en nuestro país.
Ojalá la política pudiese inspirarse como lo quería San Agustín, lamentablemente las cosas lejos de mejorar empeoran y esa absurda polarización política de nuestro país que debe terminar, ha resultado tan nociva, generando odios y afectando hoy la estabilidad democrática del país. Ojalá este debate, nos deje algunas lecciones y nos permita corregir el rumbo de un país afectado por la estupidez, la insensatez y la intolerancia.