Se emborrachó la Policía

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Algo muy grave debe estar pasando en la Policía Nacional para que el patrullero Ruben Dario Rozo Giraldo y sus siete compañeros encapuchados hayan decidido arriesgar sus carreras, su libertad y sus vidas para llamar la atención de los colombianos. Esperemos que hayan logrado la atención que buscaban. Especialmente la del Presidente de la República, el Ministro de Defensa y de su Comandante el caricaturesco y controvertido General Rodolfo Palomino. No sobraría que el Procurador, el Defensor del Pueblo, el Fiscal, algún congresista aplicado y los medios de comunicación atendiéramos esas señales de alarma.

Algo muy grave está pasando en la Policía Nacional.

En 5 videos publicados en YouTube y usando un tono mezcla de líder sindical y abogado litigante el patrullero Rozo Giraldo presenta una larga lista de quejas por persecución laboral, favoritismo y discriminación en la adjudicación de beneficios como el subsidio familiar, primas, ascensos y liquidación de prestaciones. Denuncia encubrimiento de faltas disciplinarias y penales a algunos mandos medios y altos de la institución y el incumplimiento de normas vigentes incluida la libertad de expresión.

Es posible que el patrullero Rozo y sus encapuchados tengan razón en algunas de sus quejas y reclamos y en otro no. Que algunas de sus denuncias puedan ser probadas y otra no.

Es posible que el medio escogido para presentarlas pueda ser reprochado dentro y fuera de la institución y que sean castigados por eso. A Rozo ya lo suspendieron y es seguro que la misma suerte correrán sus compañeros tan pronto sean identificados. Es posible que terminen echados y/o en la cárcel.

Lo que no puede pasar es que Colombia deje pasar el incidente sin investigar con toda la seriedad y profundidad que está pasando dentro de la Policía Nacional. En las últimas semanas hemos escuchado denuncias contra el general Palomino por un supuesto acoso sexual. Versiones, apoyadas en grabaciones, sobre la existencia de una red de prostitución policial llamada la “Comunidad del anillo” dedicada a proveer jóvenes de ambos sexos a congresistas y altos funcionarios del Estado incluido el asesinato dentro de una escuela de formación de una oficial que se atrevió a denunciarla.

Hemos escuchado de por lo menos un general comprometido en el ocultamiento y manipulación de pruebas que comprometen a miembros de la Policía de Bogotá en el asesinado de un joven grafitero.

Llegó la hora de que el Presidente y su Ministro de Defensa le pongan atención a lo que está pasando en la Policía Nacional y adopten los correctivos que sean necesarios.

Es evidente que a su Director, el general Rodolfo Palomino le quedó grande esa responsabilidad. Por culpabilidad, complicidad o incompetencia. Que hay una profunda división entre sus miembros a todos los niveles. que la corrupción avanza a pasos gigantescos. Durante la campaña a la Alcaldía, por ejemplo, nos decían en los barrios de Bogotá que los jefes de las ollas y los carteles del microtráfico de droga son policías.

La desconfianza de la ciudadanía en la Policía está en aumento. La sabiduría popular tiene una frase para explicar lo grave de esa situación. Se emborrachó la Policía, dice. Esperemos que los cinco videos grabados por el patrullero Rozo y sus encapuchados le sirvan para evitar que el guayabo la lleve a la perdición.

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