En Asia, los tigres siguen siendo tigres

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Por: Javier Mozzo Peña

La red social X brinda sorpresas agradables en su faceta como fuente inmediata de noticias. Se agradece que vengan en mensajes cortos o tablas. Los datos de crecimiento económico y sus proyecciones están entre ellas y sirven para pensar en lo mal que le está yendo a Colombia y en lo poco que las autoridades económicas están actuando. Tigres.

Un par de semanas atrás, The Spectator Index nos informó acerca del crecimiento promedio de la década comprendida entre 2013 y 2023 de las economías del sudeste asiático.

Los primeros lugares los ocupan los llamados “Tigres Asiáticos”, cuyos procesos de industrialización y rápido crecimiento, acompañados de certeras políticas macroeconómicas en la segunda mitad del siglo XX, han sido objeto de una intensa reflexión analítica e histórica. Se trata de un ejemplo de superación sin parangón, del que Colombia, aún, tiene tiempo para aprender y asimilar para superar el estancamiento.

Entrada la segunda década del siglo XXI tenemos con un robusto 4,3 por ciento a Indonesia como la economía que más creció en promedio en la década comprendida entre 2013 y 2023. Le siguió el 4,1% de Malasia y el 3,1% de Singapur. 

Para el 2024, las proyecciones son bastante alentadoras, sobre todo por la diversidad de buenos resultados. Por ejemplo, la proyección de un 27,2% de expansión de Macao; el 6,3% para el país más poblado de la Tierra, India; el 5,9% para Vietnam; y el 5% para Indonesia.

Hoy hay más economías emergentes, que no han sido catalogadas aún de “tigres”, pero que también están en Asia y mostraron robustas expansiones en el periodo de análisis como Bangladesh, con un 6,4%, India con un 5,4% y Paquistán con un 3,6%.  

Colombia entró en fase pre recesiva el año pasado, con una inflación muy por encima de la meta del Banco Central, y elevados desbalances, ante las incoherentes políticas económicas que han llevado desconfianza por el agrandamiento del Estado que traen consigo.

Decisiones que perdieron un rumbo más o menos modesto que llevó al país a destacarse en América Latina, pero que no solucionó sus problemas de elevada informalidad, bajo nivel educativo, atrasada infraestructura y violencia. El país se estancó el año pasado en un 0,6 por ciento y la situación no pinta bien para el 2024.

Las políticas aquí difieren de las asiáticas, que siempre han mantenido un alto nivel educativo; baja inflación; gobiernos pequeños y eficientes; estabilidad macroeconómica; elevados presupuestos en innovación, desarrollo y tecnología; apertura de mercados y altas tasas de ahorro e inversión. Allá también hubo dolorosos conflictos armados que arrasaron con casi todo, de lo que surgieron hasta lo que son hoy día.

Los “tigres” son un cúmulo de naciones poco dotadas de las riquezas en minerales e hidrocarburos de América Latina. Allá se concentra algo más de la mitad de la población mundial y se produce alta tecnología sin la cual muchos países plenamente desarrollados no podrían sobrevivir.

Convertidas en las fábricas del mundo, ofrecen desde agujas para tejer y suturar, hasta microprocesadores para aviones de combate o teléfonos móviles. No hay aparato tecnológico, ropa, implementos de limpieza o decoración que no venga de esa zona del mundo. Sus estudiantes son educados en prestigiosas universidades de Estados Unidos y Europa, desde donde han transferido conocimiento.

En tanto, América Latina ha ofrecido a lo largo de décadas solo bienes primarios, que se quedan en la parte más baja del procesamiento y, por tanto, no generan valor agregado y mayores ingresos. Colombia, por ejemplo, no tiene un producto industrial o tecnológico que la destaque a nivel internacional y sigue yendo a ferias internacionales pensando en exportar fruta, café verde o golosinas.

Casi todas en Asia, economías prósperas y exitosas, objeto de admiración y estudios profundos sobre su desarrollo. Análisis especialmente hechos en los países el llamado “Sur Global”, como Colombia, desde ya la lejana década de 1990, época desde la que algo se intentó hacer con la llamada “apertura económica”, pero cuyos alcances se desvanecieron. 

En 1998, el economista y ex director del Banco de la República, Sergio Clavijo, recordaba en un análisis sobre el sudeste asiático que no se necesitaba caer en un gran desastre nacional (como las guerras en Japón, Taiwán y Corea) para poder salir adelante y alcanzar un crecimiento sostenido.

Colombia lleva más de 60 años de un conflicto armado, alimentado por la ilegalidad de la producción, procesamiento y exportación de drogas como la marihuana y la cocaína. Una guerra que no ha podido quitarse de encima. Quizás cuando alguien decida terminarla, pueda surgir como un tigre suramericano. 

@javimozzo

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