Por: Javier Mozzo Peña
Mientras más de medio mundo estaba pendiente el martes de las elecciones en Estados Unidos, varias noticias, que lucen como estallidos, se producían con horas de separación y marcarán la pauta en la gestión de la política exterior de Donald Trump a partir de enero del 2025.
Los sucesos le recuerdan al casi octogenario multimillonario que su nuevo mandato no solo estará plagado de desafíos, sino que requerirá del mayor talento, capacidades y dinero para poder enfrentarlos. De la manera cómo los maneje y sale victorioso de ellos, dependerá el legado que quieran dejar él y su partido político.
Veamos: Mientras el martes se cerraban las urnas en la costa oeste del país y los colegios electorales de la costa este daban su espaldarazo al republicano, se cumplía una trascendental prueba militar a cargo de la Fuerza Aérea y la Marina de los Estados Unidos.
Hacia las 11 de la noche, hora del Pacífico y como estaba programado, se lanzó un misil balístico intercontinental llamado “Minuteman III” desde la Base de la Fuerza Espacial Vandenberg en California.
Aunque desarmado, estaba equipado con un vehículo de reentrada de objetivos múltiples e independientes (MIRV). El misil voló nada más que 4.200 millas (6.759 kilómetros) hasta el atolón de Kwajalein, en el Pacífico Occidental.
Allí se encuentra el sitio de pruebas de misiles balísticos “Ronald Reagan” del Comando de Defensa Espacial y de Misiles del Ejército estadounidense.
La exitosa prueba fue algo que quería demostrar Estados Unidos, posiblemente para callar voces sobre su posible apaciguamiento: que la disuasión nuclear del único país que ha usado la bomba atómica contra objetivos civiles está intacta, sigue siendo segura, confiable y efectiva. Además, que puede llegar a casi cualquier lugar del mundo, por si alguien tenía alguna duda.
“Es un mensaje visible en nombre de nuestras fuerzas conjuntas y de nuestros socios globales”, dijo el coronel Chris Cruise, comandante del 377 Grupo de Pruebas y Evaluación, citado por CNN.
“Minuteman III” es conocido por los expertos como el único componente terrestre de la triada nuclear estadounidense, junto con el misil balístico Trident lanzado por submarinos y las armas transportadas por bombarderos estratégicos de largo alcance, como el B-52.
La prueba había sido anunciada previamente por Estados Unidos a Rusia. Muy distinto a los ensayos que se hacían casi a diario en momentos de la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética y el propio país norteamericano se disputaban la supremacía nuclear, para demostrarle al otro quién tenía más y mejor capacidad de enfrentar una probable confrontación.
El lanzamiento respondió a varios sucesos: Corea del Norte ha estado también ensayando de manera constante misiles de alcance medio e intercontinental, con los cuales el líder norcoreano Kim Jong-Un ha amenazado a ciudades en la costa oeste de Estados Unidos.
De la misma forma, Rusia probó recientemente armas nucleares tácticas, posiblemente para ser usadas en Ucrania.
Igualmente, Irán está a punto de alcanzar la cantidad mínima de uranio enriquecido que le permitirá construir su propia bomba, la cual podría ser usada para cumplir su propósito de desaparecer a Israel.
Un segundo suceso: El mismo día de las elecciones en Estados Unidos, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, despedía a su ministro de Defensa, Yoav Gallant, citando una “crisis de confianza”, la cual se profundizó gradualmente mientras el estado judío atiende frentes de guerra terrestre en Gaza y en el sur del Líbano.
La decisión hizo estallar protestas en Israel, mientras el país es blanco de cohetes y drones explosivos enviados por las milicias proxis de Irán, ubicadas en Iraq, Siria, Líbano, Yemen y Gaza.
Gallant fue un pilar en las relaciones entre Israel y Estados Unidos -muy querido por el público israelí según el diario Jerusalem Post- pero enfrascado en desacuerdos con el primer ministro.
Las desavenencias giraban en torno a cuestiones militares y políticas consideradas críticas, como un acuerdo de rehenes en Gaza y el reclutamiento de ultraortodoxos judíos en el Ejército para enviarlos a los frentes de guerra.
También, al apoyo para una investigación encaminada a encontrar y castigar a los responsables de las fallas para detectar a tiempo y responder rápidamente al sangriento ataque de Hamas del 7 de octubre del 2023.
Las malas caras entre Netanyahu y Gallant en las reuniones del gabinete ministerial no se podían ocultar después de que se apagaban las cámaras de televisión.
Con su decisión de defenestrar a su ministro, Netanyahu pareció tener claro quién pudo haber filtrado las estrategias para dar respuesta a los ataques de misiles hechos por Irán, que llegaron a oídos del bando enemigo.
Otra explosión también ocurría en Europa, el miércoles. Mientras se asimilaba el resultado de las elecciones estadounidenses, el canciller alemán, Olaf Scholz despedía a su ministro de Finanzas, en medio de diferencias irreconciliables en torno a la estrategia para sacar a ese país de la crisis económica que padece.
El paso también hizo estallar la ligera coalición política que ha mantenido desde el 2021 a Scholz, quien ahora enfrenta a elecciones anticipadas si no supera una moción de confianza prevista para el 15 de enero, como es de esperar.
Alemania y Francia son las fuerzas más poderosas que mantienen a la Unión Europea como tal, es decir, unida.
La debilidad política del primer país llega en momentos en que es el que más presiona por el cumplimiento del compromiso de los miembros de la OTAN de fortalecer el gasto militar, algo largamente exigido por Trump durante su primera presidencia y cuya omisión lo llevó a amenazar con retirarse de la alianza militar y dejar expuesta a Europa.
Los presidentes estadounidenses juran su mandato con duras tareas para cumplir en los gélidos 20 de enero. Trump requerirá de cabeza fría, buenas decisiones y mucho más dinero para atenderlas.