Por: María Paula Murcia
El mercado laboral en Colombia se ha caracterizado por tener tasas de informalidad históricamente altas en comparación al promedio de la región. Según la OIT, en el 2023 la tasa de informalidad de Latinoamérica fue de 51,7% frente a 55,9% en Colombia.
Pero ¿existen diferencias entre la informalidad de los hombres y las mujeres? En esta columna analizo estas brechas de género en el mercado laboral informal.
De acuerdo con las cifras de la OIT, en Colombia, los hombres son más informales que las mujeres.
En el 2023, la tasa de informalidad de los hombres fue de 58,0% y la de las mujeres de 53,0%, mientras que, en países como Perú o Chile, las mujeres tienen tasas de informalidad más altas, con una diferencia frente a los hombres en 2023 de 4,8 y 2,7 puntos porcentuales (p.p.), respectivamente.
Sin embargo, cuando se analiza la informalidad laboral por subgrupos similares, las mujeres pasan a tener tasas más elevadas.
Por ejemplo, por nivel educativo, la tasa de informalidad de las mujeres sin educación básica (92,2%), básica (83,0%) e intermedia (58,7%), fueron mayores que en los hombres, con diferencias de 4p.p., 4p.p. y 6p.p. respectivamente.
Adicionalmente, las mujeres son más informales que los hombres en zonas rurales (84,0% frente a 83,6%).
Estas diferencias pueden explicarse, en parte, por la división histórica de roles de género en algunos trabajos.
En actividades como la construcción y la agricultura, los hombres presentan tasas de informalidad (y participación) más altas, mientras que, en actividades como manufactura, labores del cuidado, administración pública y comercio, la tasa de las mujeres es mayor.
Como se ve, las recomendaciones de política serán diferentes cuando se hace un análisis general de la participación de la mujer en el mercado laboral o cuando se segmenta por grupos de formación o posición geográfica similares, siendo esta última aproximación la más correcta.
En cualquier caso, la formalidad debe ser un objetivo de política pública pues la literatura relaciona muy de cerca la formalidad con las condiciones sociales, siendo la primera una condición necesaria para triunfar sobre la pobreza, lo cual debe ser el objetivo último del diseño de cualquier política.