Por: Javier Mozzo Peña
Terminada la celebración de los 75 años de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) esta semana en Washington, quedan muchas conclusiones en torno a los desafíos que aún enfrenta, los cuales, de no atenderse eficientemente, pueden hacerla tambalearse al enfrentar mayores conflictos.
La alianza reconoció que ha avanzado en sus compromisos, pero está todavía lejos de haber dejado bien hecha la tarea.
Ahora bien: también hubo mensajes que la organización quiso que fueran escuchados por quien muchos consideran será casi seguramente, el próximo presidente de los Estados Unidos: Donald Trump.
Bien arriba en la declaración de 38 puntos los países de la OTAN, surgida tras la Segunda Guerra Mundial, celebraron que más de dos tercios de los miembros ya alcanzaron el compromiso de destinar al menos 2% de su Producto Interno Bruto (PIB) al gasto anual en defensa.
Se trata ni más ni menos que el compromiso crucial que quiere Trump de sus aliados y que está en los primeros lugares de prioridades de su segura próxima administración.
¿Contento? Para nada. Muy lejos de la vista de los miembros de la OTAN y de sus eventos conmemorativos en Washington, el mandatario dejó sentada su voz en un mitin de campaña.
En Doral (Florida) el ex mandatario prácticamente dejó intactas las amenazas que profirió en su primera presidencia, acerca de abandonar la OTAN si los países europeos no se comprometían seriamente a aumentar drásticamente su gasto militar.
“Antes no sabía qué demonios era la OTAN”, dijo Trump a sus seguidores, que lo vitoreaban en Doral, según reportó el New York Times. “Pero no me llevó mucho tiempo darme cuenta, como dos minutos. Y lo primero que descubrí fue que no estaban pagando. Nosotros estábamos pagando, estábamos pagando casi en su totalidad por la OTAN. Y dije que eso era injusto”.
El diario continuó contando que Trump repitió en Doral una historia que sorprendió a líderes mundiales, cuando afirmó que, como presidente, había advertido a sus homólogos de la OTAN que no los defendería si no aumentaban su propio gasto militar.
“‘¿Nos protegerían?’”, preguntó un líder cuyo país no alcanzó el objetivo de gasto, según citó Trump. “Le dije: ‘No, no los protegeré de Rusia’”.
Para el ex mandatario, los miembros de la OTAN descansan cómodamente en el poderío y gigantesco arsenal estadounidense sin una satisfactoria contraprestación. El artículo quinto del tratado establece que, si uno de los miembros es atacado, los demás responden al unísono en su defensa.
Por ello, Europa había dejado desatendido el compromiso de invertir mucho más en defensa y seguridad, enfocando sus esfuerzos a su agenda climática, a la atención a los inmigrantes, al mantenimiento del bienestar social, y a la expansión de su influencia en otros continentes, entre otras prioridades.
Todas las noches, el Viejo Continente iba a la cama tranquilo de que sería defendido por el aliado estadounidense más poderoso, que era y sigue siendo el único que supera sobradamente la meta de defensa y gasto militar al que los miembros de la OTAN están comprometidos.
La invasión a gran escala de Rusia, iniciada en el 2014 con la anexión de la península de Crimea, despertó a Europa del plácido sueño, hasta sobresaltarse aquel día en que Trump, como presidente, decidió patear el tablero transatlántico con sus declaraciones.
Hoy, el contexto favorece y justifica una materialización de la amenaza de Trump: Estados Unidos padece de una caída en el reclutamiento militar, está asumiendo los exponenciales costos de una deuda pública monumental y su base industrial de defensa no está siguiendo el ritmo del desafío que presenta Rusia, Israel y Taiwán cuando China enfrente adherirla.
Los aliados de la OTAN declararon esta semana que el gasto militar y defensa ha crecido un 18% en 2024, el mayor en décadas. El problema es que el déficit es tan grande aún que se necesitarán expansiones de gasto superiores y sostenidas en los próximos años para que el tercio de países que aún no llega a la meta, la alcance.
Quienes han trabajado con Trump confirman que la declaración de la OTAN poco convencerá al magnate como próximo inquilino de la Casa Blanca.
John Bolton, quien fue su secretario de seguridad nacional y ahora es ácido crítico de Trump, reiteró que el ex mandatario seguirá teniendo sobre la mesa de su segundo mandato la posibilidad de retirar a Estados Unidos de la OTAN.
Según Bolton, Trump aún piensa que Europa no está pagando lo que le corresponde en la OTAN y que el Viejo Continente se ha aprovechado de acuerdos comerciales que afectan a la economía estadounidense. Aún se recuerda la guerra comercial que el entonces mandatario entabló con Europa, aumentando aranceles y poniendo barricadas al ingreso de productos europeos.
¿Qué puede hacer cambiar de opinión a Trump? Pocos lo saben. Pero esta vez, analistas consideran que es seguro que no tendrá a los mismos asesores que lo convencieron de no retirarse de la OTAN y que prácticamente se sentirá con carta blanca para dar ese peligroso paso.
@javimozzo