
No cayó bien en parte de la comunidad judía, los acuerdos a los que llegó Israel con el grupo terrorista Hamas, para aproximarse a una solución a la grave crisis en Gaza.
Por Javier Mozzo Peña
No cayó bien en parte de la comunidad judía, los acuerdos a los que llegó Israel con el grupo terrorista Hamas, para aproximarse a una solución a la grave crisis en Gaza.
El resultado de extenuantes reuniones en las que han participado Qatar y Estados Unidos, es que parece que se llevará algo de paz a la terrible situación surgida en la sangrienta incursión de Hamas al territorio israelí el 7 de octubre del 2023.
Un sector de la opinión aplaudió que al menos se pueda recuperar lentamente a decenas de secuestrados, vivos o muertos, y que por unos días cesen las hostilidades, que han dejado miles de víctimas y una destrucción total de Gaza.
Bebés, niños y ancianos han permanecido cautivos en cuevas y túneles, muy bien resguardados por Hamas como valiosa moneda, que ahora es nuevamente usada para intercambiarla por terroristas tras las rejas.
Nada nuevo en el conflicto que ha mantenido Israel con las milicias “proxis” apoyadas por Irán, cuya teocracia islamista no se rinde en su empeño por ver destruido a ese país desde que llegó al poder en 1979.
Quienes ven con pesimismo los acuerdos alcanzados manifiestan que no solo los que se quedan en las cuevas cautivos son los que corren más peligro, sino el resto de la población israelí, en caso de que, como ha ocurrido en anteriores ocasiones, se violen los términos del pacto.
En el pasado, miembros de organizaciones terroristas han salido a reorganizarse, rearmarse y seguir amenazando la estabilidad del Medio Oriente, apoyados por Irán.
Aquellos que ven con suspicacia esta nueva situación se preguntan por qué Israel accedió a un intercambio cuando más tiene diezmado no solo a Hamas sino a Hezbullá, la otra organización que, desde el Líbano, también ha venido atacando a Israel en su frontera norte.
Piensan que solo hasta cuando el trabajo estuviera plenamente concluido, el gobierno de Benjamín Netanyahu debió sentarse a exigir la liberación no de pocos, sino de todos los secuestrados.
Ya con la aprobación este viernes del acuerdo por parte de los dos gabinetes de gobierno israelíes, se contemplará la liberación, a cuenta gotas y por espacio de varias semanas, de personas cautivas por más de 450 días.
Mientras, se abre la puerta para que terroristas liberados regresen a sus andadas y preparen nuevas incursiones.
En un muy interesante panel transmitido por el canal de Youtube de Enlace Judío esta semana, se plantearon posiciones en torno a lo que vendrá después de los acuerdos. La conclusión genera pesimismo.
El doctor en Antropología Biológica y Cultural de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Francisco Gil-White, consideró que para evaluar el éxito o fracaso que tendrá esta nueva negociación, se debe ubicar en el contexto de anteriores tratativas.
Especialmente la más importante: los Acuerdos de Oslo de comienzos de la década de 1990, patrocinados por el entonces presidente estadounidense, Bill Clinton.
Allí, cuenta el experto, el pueblo israelí recibió una promesa contundente y taxativa de parte de las autoridades israelíes que negociaron dichos acuerdos, de que no se iba a tolerar que se violaran los pactos y que en el momento en que se produjera algún acto terrorista, se echaba todo para atrás.
Después de las firmas de 1993 y 1994, Al Fatah, brazo armado de la Autoridad Palestina por aquel entonces y que está aún activo hoy, entró al territorio militarmente estratégico de Israel y el terrorismo contra los civiles israelíes se quintuplicó.
“Los civiles israelíes terminaron en una posición mucho más vulnerable incluso frente a la que tenían antes de los acuerdos”, indicó Gil White.
“Ahí se construyó una narrativa de que quienes cometían esos actos eran ‘enemigos de la paz’, que querían ‘descarrilar la paz’. Lo que supuestamente era valiente era continuar con el proceso de paz para derrotar los esfuerzos por descarrilarla. Se le dio más apoyo a la Autoridad Palestina para combatir las amenazas contra la paz y todo eso fue una mentira. Fue una traición porque, lo que se prometió a los israelíes, nunca se cumplió”, expresó.
Otro experto que participó en el mismo panel, Irving Gatell, consideró que este nuevo acuerdo no se va a mantener, pues ha sido una tendencia natural de Hamas a reventar anteriores pactos, especialmente cuando siente que la presión está totalmente cargada hacia Israel, que es lo que está sucediendo.
“La presión contra Hamas no ha sido de la comunidad internacional, ha venido solo de Israel. Cuando Hamas ve que la presión internacional está para que Israel ceda, es cuando siente las mejores posibilidades para estirar y aflojar. En algún momento cometerá un error y eso le pondrá fin al acuerdo. Lo hizo en otras ocasiones y ya lo estaba haciendo en esta”, señaló.
Tratativas de paz ha habido muchas a lo largo de la historia reciente. Sin ir más lejos, Colombia se embarcó en un acuerdo a mediados de la década del 2010 que trajo chispazos de tranquilidad, pero sin resultados contundentes a largo plazo.
Hoy, ciudades y poblaciones enteras están amenazadas, tal vez más que antes de los acuerdos, por grupos terroristas que no se desmovilizaron, y que han engordado por el tráfico de estupefacientes y de armas, así como por una fracasada política de “Paz total”.
Acuerdos mal planeados, mal llevados y mal negociados, generan perjuicios mucho mayores respecto a los que se querían conjurar.
@javimozzo