
Por: Javier Mozzo Peña
Un llamativo debate se está cocinando luego del atentado sufrido por Donald Trump en su mitin de campaña en Pensilvania el fin de semana pasado.
Se trata del papel cumplido por varias mujeres en el esquema de seguridad del ex mandatario, momentos después de que una ráfaga de proyectiles atravesó el sitio donde el muy seguro próximo presidente de Estados Unidos se dirigía a la concurrencia.
El debate hace pensar en qué tan bien enfocadas han estado en los últimos años las políticas de inclusión de género en trabajos de seguridad, cómo se han adoptado, cuáles son sus desafíos y las cosas por mejorar.
Según investigadores del atentado, una de las balas hirió a Trump, quien salvó su vida con un movimiento repentino de cabeza. El ex mandatario confirmó que perdió una muy pequeña parte de su oreja derecha, según el diario The New York Post.
Analistas fustigan la labor de las mujeres con base en imágenes de cómo actuaron dentro del esquema de seguridad de Trump. Con las funciones tan específicas que cumple cada uno de los miembros del Servicio Secreto, ellas lucieron desorientadas atendiendo tan grave situación.
En las fotos publicadas momentos después de los disparos el sábado en Pensilvania, se ve a una de las escoltas agachada, cubriéndose detrás de la montaña de miembros del Servicio Secreto que se arrojaron sobre Trump, solo protegidos por un pequeño atril.
Otras imágenes mostraron cómo una de ellas también se inclina mientras Trump alza uno de sus brazos y cierra el puño mientras grita “¡luchen! ¡luchen! ¡luchen!, lo que, según expertos, dejó un espacio útil para que otro tirador terminara su trabajo.
En un audio que recogió el sonido del micrófono que usó Trump y que durante la crisis permaneció abierto, una mujer del Servicio Secreto se escucha preguntando desesperada: “¿Qué estamos haciendo? ¿Qué estamos haciendo? ¿A dónde vamos?”.
También se vio a otra mujer moviéndose de manera errática y aparentemente temerosa, tratando de enfundar sin éxito su arma, mientras Trump era obligado a entrar a empujones a la camioneta blindada dispuesta para transportarlo, en medio de la barahúnda que se armó.
La polémica está servida, mucho más cuando se revelaron entrevistas previas al ataque en Pensilvania, de la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle. En una de ellas defendió su política de diversidad de género, enfocada en que las mujeres sean una parte mucho más relevante en la protección de los presidentes de ese país.
Según los analistas, dicha política se ha constituido en prioridad de la institución, dentro del plan estratégico 2023-2027. Cheatle está citada en el Congreso para que responda por los fallos en la seguridad de Trump.
“Nuestro objetivo es que el Servicio Secreto esté compuesto por un 30% de mujeres para el 2030: directora Kimberly Cheatle. ¿Qué puede salir mal?”, se lee en el sitio End Wokeness (@EndWokeness) de la red social X, una publicación con casi 8 millones de visualizaciones y 65.000 “me gusta”.
“Esta es exactamente la razón por la que las mujeres no deberían ser policías, militares o del Servicio Secreto. Su único trabajo era saltar al frente y recibir una bala por Trump, pero en lugar de eso, se escondió detrás de él. Ni siquiera culpo a la chica, culpo a quienes la contrataron”, escribió Jake Shields (@jakeshieldsajj), ex campeón de artes marciales mixtas, en la misma red social.
La brasileña Sara Huff (@TheSaraHuff), quien escribió “Cómo fabricar a una Feminista”, consideró que la inclusión de mujeres en el Servicio Secreto, en funciones de alto riesgo, es una falla estructural. Además, que ciertas tareas exigen características predominantemente masculinas, como la mayor fuerza muscular en la parte superior del cuerpo y que los hombres tienden a pensar y actuar más rápidamente en situaciones de emergencia o riesgo, lo que es fundamental en protección a dignatarios.
En julio del 2023, la revista Military Medicine presentó un interesante análisis académico de siete expertos, varios de ellos mujeres, en torno a la fisiología de la salud y del rendimiento y cómo lograr el éxito de las mujeres en los puestos de combate.
La conclusión del análisis es que las capacidades y el físico de las mujeres están evolucionando en respuesta a los nuevos estándares demandados -con ocasión del análisis- por el Ejército de Estados Unidos, así como por los programas de entrenamiento diseñados en torno a requisitos neutrales en cuanto al género y basados en la ciencia.
Los académicos destacan que las mujeres sirven para ejercer esos roles, pero que su atención, fortaleza, respuesta y enfrentamiento a situaciones, entre otros, se fortalecen cuando se completan exitosamente los muy exigentes requisitos de entrenamiento al que son sometidas.
Incluso, una “ventaja de estrógeno” (las hormonas sexuales femeninas) parece apoyar metabólicamente una mayor resistencia mental en condiciones de campo de alto estrés y físicamente exigentes, y que es un elemento esencial para la salud de los músculos y el esqueleto.
Un día antes del ataque a Trump, dos mujeres militares en servicio activo y una investigadora, escribieron un artículo para el Centro de Estrategia y Estudios Internacionales, en el que defendieron los equipos militares que incluyen mujeres, diciendo, entre otras ventajas, que solucionan mejor los problemas, aumentan la creatividad y la toma de decisiones.
Ello puede contrarrestar que los adversarios de las fuerzas armadas de los países que conforman al OTAN sigan usando el género como una amenaza híbrida para degradar la moral, las divisiones sociales y socavar la resiliencia nacional. Se trata de aspectos cruciales a tener en cuenta.
@javimozzo