
Por Javier Mozzo Peña
Europa está en plan de rearme. Es clara su estrategia de estar preparada para enfrentar la constante amenaza que viene de su vecino Rusia y el desacoplamiento de Estados Unidos.
Es desafiante pensar en rearmarse, mientras se debe lidiar con problemas de índole social y económico, así como con un preocupante atraso tecnológico en su aparato industrial militar. Mientras Estados Unidos ya lanzó su avión de combate de sexta generación, los estrategas europeos aún están pensando cómo aumentar su pie de fuerza militar.
La semana pasada, el Reino Unido hizo circular planes para que el bloque establezca la que llamó “institucionalidad supranacional” soportada en un multimillonario fondo, que adquiera de manera conjunta equipo militar, almacene armas y apoye los esfuerzos para financiar las compras a gran escala en todo el continente.
Que Reino Unido esté elucubrando planes para financiar la guerra, no pasa desapercibido. Es una de las dos potencias nucleares europeas, junto con Francia. Ha tenido las habilidades para movilizar recursos de cara a los diversos conflictos en los que ha estado involucrado prácticamente en toda su existencia.
Aunque no es parte del bloque europeo, quiere ser líder del esfuerzo bélico, en el entendido que, si algo o buena parte de Europa sigue cayendo en los próximos años -como ya se ha visto en Ucrania- las islas le seguirán.
Financial Times tuvo acceso a un documento informal que soporta las razones por las cuales se debe establecer un fondo multilateral, que será la fuente del mayor gasto en defensa, y una especie de “coalición de dispuestos”, quienes tomarán préstamos en los mercados a tasas favorables.
El plan británico sigue a la anunciada inversión a cuatro años por 800.000 millones de euros, que la presidente de la Unión Europea, Úrsula Von der Leyen esbozó el mes anterior. “Si Europa quiere evitar la guerra, debe prepararse para la guerra”, expresó la funcionaria de más alto rango del bloque, al anunciar el proyecto “ReArm Europe”.
Europa ya levantó 750.000 millones de euros para enfrentar la pandemia que brotó en 2020, los cuales no utilizó en su totalidad. Eso da una dimensión del nuevo esfuerzo que la convoca.
Se trata ni más ni menos que de disuadir al autócrata Vladimir Putin de cualquier intento por seguir corriendo más hacia el occidente, la cerca que lo separa de Europa. Y mucho más si tiene, como parece, más de su lado a Estados Unidos.
Hasta ahora, lo único que disuade a Putin son misiles balísticos que la nación americana tiene esparcidos por países de la OTAN, pero su desacoplamiento de Europa y su disposición a que Rusia se asegure lo que hasta ahora ha capturado en Ucrania, no deja tranquilo a nadie.
Es tal vez la primera vez desde terminada la Segunda Guerra Mundial, que el Viejo Continente se toma en serio su rearme, tras siglos de estar peleando guerras que redefinieron fronteras, ensalzaron líderes y encumbraron imperios.
El problema es que en este momento está sola. Como se mencionó, ya no siente que esté bajo el paraguas de protección que por casi 8 décadas le ha brindado Estados Unidos, que aún cuenta con más de 100.000 efectivos en el Viejo Continente y un enorme arsenal, que en cualquier momento puede retirar, o al menos, dejar inactivo.
Putin cumplió su propósito de redefinir el orden mundial, que anunció en Múnich a comienzos del presente siglo, tomando Crimea en 2014, buena parte del territorio ucraniano en 2022 y estableciendo alianzas con China para contrarrestar la influencia estadounidense.
Volvamos al fondo de inversión y la “coalición de dispuestos”. Esta iniciativa estaría respaldada por capital y garantías soberanas, prestaría dinero para proyectos de defensa y también adquiriría activos militares, creando “existencias” comunes de equipos para las naciones participantes.
Los funcionarios del tesoro británico que confeccionaron el documento secreto están seguros de que suscitará debate. Si bien la propuesta podría ayudar a impulsar las compras comunes y brindar financiamiento a empresas de defensa más pequeñas, operaría en medio de una industria tecnológica europea atrasada, frente a los grandes avances tecnológicos alcanzados por Estados Unidos, Israel o China.
Europa, además, arrastra un enorme endeudamiento público, un muy lento crecimiento económico y desafíos frente a la ola migratoria y las bajas tasas de natalidad.
Todo, combinado con que debe seguir apoyando a Ucrania para que este débil dique de contención pueda al menos darle tiempo suficiente para estar rearmada en el 2030.
Prepararse para la guerra cuando se estuvo décadas, disfrutando de un estado de bienestar mientras lo cuidaba un adulto mayor, fue bueno mientras duró. Ahora Europa debe asumir su propia seguridad para asegurar su supervivencia.